MADRE MARÍA PILAR DE JESÚS
INTRODUCCIÓN
La vida contemplativa
es el alma de la vida misionera, esto es lo que nos quiso señalar el Papa Pio
XI cuándo declaraba a santa Teresita del Niño Jesús patrona universal de las
misiones, una monja que sin salir de su clausura tenía su corazón en los
lugares donde iban los misioneros, ella con su oración y sacrificio sostenía
las misiones de innumerables hombres y mujeres que dejaban sus lugares para ir
a anunciar a Cristo con el objetivo de hacerlo reinar en el corazón de todos
los hombres.
Esta era la intensión
de Santa Teresa de Jesús, cuando fundó los carmelos descalzos, poder apoyar con
la oración y el sacrificio a aquellos que estaban encargados de llevar la
doctrina cristiana. Así desde España surgió una gran misionera, hija de Teresa
de Ávila que vendría al Perú a reformar el Carmelo de Cuzco y que desde ahí
fundaría muchos más carmelos al estilo que la santa andariega fundaría en
Palencia – España. Madre María Pilar de Jesús, conocida por sus hijas como “la
Mamita”, ha sido una misionera oculta en el corazón de Jesús, que ha ayudado
mucho en la evangelización del Perú y que ha dejado muchos frutos que hoy se
extienden por muchas regiones del país y fuera de él.
Quisiera que en esta
breve biografía se conozca a una mujer, de la que algunos obispos han dicho que
es del porte de Teresa de Jesús y de quien han recibido consejos para su
ministerio. Una mujer que como veremos más adelante no sólo se dedicó a la
oración sino que en tiempos muy difíciles, ayudo a los pobres sin salir de la
clausura, sin caer en la ideologización del mensaje evangélico y sin romper las
reglas que su santa fundadora puso para los carmelos y que ella defenderá con
su propia vida durante los tiempos difíciles del post concilio.
Una carmelita que no
tuvo miedo a nada ni a nadie por hacer que Cristo reine en el corazón de los
hombres y que su vida no es sólo un tesoro para el Carmelo del Perú sino para
toda la Iglesia que peregrina en este país, una vida que debe ser conocida y
honrada, un ejemplo de santidad que debe ser llevado a los altares.
SU HISTORIA FAMILIAR Y LOS INICIOS DE SU VIDA RELIGIOSA
Madre María Pilar Rodríguez nació en
Valladolid (España), el 7 de febrero de 1917, en el seno de una familia
profundamente cristiana de sólidas virtudes morales y religiosas. Fue la
segunda de seis hijos: Luz, Pilar, Ricardo, Fidel, Luis y José Andrés. Al nacer
Pilar, don Ricardo su padre que esperaba con ansias e ilusión un hijo varón, no
pudo contenerse y muy contrariado dijo: “¡echadla al techo!”, con el tiempo
llegó hacer su hija más querida, la predilecta.
Fue educada en un
colegio de madres Dominicas Francesas, supo asimilar sus santas enseñanzas. No
le costó adaptarse al género de vida del colegio; alegre, traviesa y simpática,
se hacía querer por todas las personas de su entorno. Terminados sus estudios
le encomendaron la atención de la familia; los padres y hermanos atendían un
establecimiento grande que tenían en el paseo Zorrilla. Pilar con la ayuda de
una empleada, con generosidad y olvido propio, se hizo cargo de todo; se
multiplicaba para atenderles deseando tan sólo el bienestar y la felicidad de
los suyos, adivinando sus pequeños caprichos, para tenerlos contentos.
Su gran deseo era
entregarse al Señor, ser carmelita en el monasterio de Valladolid, donde ya
habían ingresado dos amigas suyas. Sus padres tenían un dolor muy grande por la
muerte de su hijo Fidel a causa de la guerra; la herida era reciente y esperaba
que se cicatrizase un poco, pero el Señor apremiaba en su corazón, y Pilar
confío su secreto a su santa madre, suplicándole que hablase con don Ricardo,
pues conociendo el carácter de su padre temía su oposición en aquellas
circunstancia. Doña Consuelo sabía el inmenso amor que el padre profesaba a su
hija y las veces que había comentado que pilar era imprescindible e
insustituible. Cuando doña Consuelo comentó a don Ricardo el asunto de la
vocación de Pilar, no la dejó ni terminar, se enojó mucho y no quiso oír más,
encerrándose en su silencio. Pilar veía que su padre sufría y que evitaba
encontrarse con ella.
Viendo que era
imposible obtener el permiso paterno, un día que don Ricardo se encontraba
enfermo se atrevió a entrar en su dormitorio y plantearle el asunto de su
vocación, lo único que consiguió fue el llanto de su padre y le escucho decir:
“haz lo que quieras, pero no cuentes conmigo”. Con el dolor grande de ver
sufrir a su padre, pero impulsada por el Señor, se fue al Carmelo de Valladolid
a solicitar su entrada, las plazas estaban llenas y le aconsejaron que
solicitase en Palencia. Así lo hizo, la aceptaron y quiso ingresar de
inmediato. Antes de la partida en su casa se arrodilló ante su padre para
pedirle su bendición, él un poco contrariado le dijo: “También voy yo”;
arreglaron las cosas y al día siguiente viajaron a Palencia, don Ricardo
manejaba el carro sin decir palabra alguna; llegados al monasterio salieron las
madres al locutorio, entonces don Ricardo se acercó a la reja y dijo a la madre
priora: “les dejo lo que más quiero en el mundo”; se dirigieron a la puerta
reglar y pilar abrazó a su padre y a sus hermanos, todos lloraban, mientras ella
se mantenía serena.
Se entregó a su nueva
vida con un gran fervor, tuvo la gracia de encontrar una priora santa, que supo
encauzar esa naturaleza ardiente por el camino de la santidad; descubrió cuanto
podía sacar de esa alma generosa que el Señor ponía en sus manos; lo hizo con
suavidad y energía exigiéndole todas las virtudes que la santa madre quería ver
en sus hijas. Pilar con obediencia, humildad y disponibilidad se aprovechaba de
todo. Recibió el santo hábito el 1 de enero de 1942, emitió sus votos
temporales el 2 de enero de 1943 e hizo la profesión solemne el 2 de enero de
1946.
CUZCO
Las madres carmelitas
de monasterio de santa José de Cuzco, buscaban vivir con mayor perfección la
vida de carmelitas que la madre Teresa de Jesús había dejado a sus hijas, así
que pidieron al padre provincial de la orden Gregorio de Jesús crucificado que
con ocasión de su visita a España consiguiera dos madres de uno de los
conventos fundados por la santa de Ávila, para que trayendo al Cuzco las
reglas, constituciones y costumbres puedan realizar así el tan anhelado deseo
de vivir la vida carmelitana tal cual la vivió su santa fundadora.
En principio venían dos
monjas del monasterio de san José de Ávila, el primer Carmelo fundado por santa
Teresa pero las cosas se complicaron porque había falta de personal y algunas
hermanas se enfermaron; no obstante, la Providencia Divina que nunca se
equivoca, puso en el camino a las madres del Carmelo de Palencia fundado
también por las misma santa de Ávila. Aquí aceptaron con generosidad el pedido
que hacían las madres del cuzco y dos hermanas se pusieron a disposición: María
Pilar de Jesús y Regina del Carmelo, quienes respectivamente vendrían como
priora y supriora.
Salió de su monasterio con la aprobación de
sus superiores y de su comunidad sin medir el sacrificio de dejar su patria, su
comunidad y su familia, adentrándose en lo incierto y desconocido;
convirtiéndose así en misionera oculta en el corazón de Jesús. Llegó al Cuzco
el 3 de mayo de 1954, junto a madre Regina. Cuentan algunas hermanas que cuando
llegaron hubo fiesta en el pueblo, los colegios las recibieron con banda de
músicos y globos. Para las madres del Cuzco era toda una fiesta, el sueño tan
esperado había llegado, por fin conocerían de primera mano cómo se vive la vida
del Carmelo, tal cual la dejó santa Teresa.
Comenzó así la vida de
Madre Pilar, en un convento que por más de cuatrocientos años había vivido de
la mejor manera posible la vida del Carmelo, cabe mencionar una cosa importante,
hasta esa fecha los carmelos que estaban en el Perú, no habían recibido jamás
de primera mano las reglas y constituciones de las carmelitas descalzas. Las
fundaciones hechas en el Perú, no habían sido realizadas por monasterios que,
por decirlo así, tenían la línea directa de la tradición de los carmelos
teresianos, por eso en algunos monasterios años más adelantan vendrán monjas de
España para hacer una especie de reforma, que acomode la vida que hasta hora se
llevaba en los monasterio del Perú a la vida de los monasterios que vivían con
la mayor perfección posible el tesoro heredado por la santa de Ávila.
La madre Pilar fue la
primera en venir al Perú a traer, como don de Dios para las carmelitas
descalzas, la vida tan hermosa que se vive en los carmelos españoles; así
comenzó su obra de reforma en el Carmelo de san José de Cuzco. Se cuenta que
cuando llegó madre Pilar una de las cosas que más le sorprendió fue la
distinción tan marcada entre las hermanas de coro y las legas, las primeras se
encargaban de la oración y de la costura fina, mientras que las segundas se
dedicaban a la cocina y los trabajos pesados, de tal manera que no asistían al
coro para la oración comunitaria. Fue una de los trabajos más grandes que le
tocó al inicio a madre Pilar, ella cada día iba a buscar a las hermanas legas a
la cocina para llevarlas al coro porque les costaba trabajo ir a rezar con la
comunidad, esto lo hizo constantemente hasta que logró que toda la comunidad
este junta en la oración de las horas marcadas por la Iglesia.
Otro trabajo emprendido
por madre Pilar fue la vida de pobreza y austeridad que exige la misma vida del
Carmelo y que tanto deseo santa teresa para sus hijas como lo manifiesta en el
camino de perfección, en el cuzco encontró que las hermanas tenían muchas cosas
para su vestir u objetos particulares, cosa que no está permitido según las
reglas del Carmelo, pues se vive de lo necesario y todo se pone en común para
la vida de comunidad. Algunas hermanas tenían cinco hábitos y madre Pilar fue
poco a poco haciéndoles entender que eso no estaba acorde con el voto de
pobreza que habían profesado; así que las hermanas se fueron desprendiendo de
sus cosas y entregando todos los objetos particulares que les habían regalado a
madre Pilar, para que ponga en común las cosas con todas las hermanas; muy
presente tenía ella aquellas palabras de su santa fundadora que quería que sus
hija lo vivan con perfección: “En ninguna
manera posean las hermanas cosa en particular ni se les consienta, ni para
comer, ni para el vestir, ni tengan arca, ni arquilla, ni cajón, ni alacena, si
no fueren las que tienen los oficios de la Comunidad, ni ninguna cosa en
articular, sino que sea todo en común, Esto importa mucho, porque en pocas
cosas puede ir el demonio relajando la perfección de la pobreza”.
Se cuenta que cuando
empezó madre Pilar a pedir que las hermanas entreguen sus cosas una hermana se
había escondido una caja de chocolates, madre Pilar que tenía grandes dotes de
virtud y discernimiento sobrenatural, pues la gracia de Dios se los dio, veía
durante la recreación que está hermana estaba triste, así que siempre le
preguntaba si tenía algo, y la hermana les respondía que no, hasta que cierto
día madre Pilar le dijo: “hija no me siga engañando usted tiene algo, por favor
dígamelo”; la hermana un poco temerosa le dijo que le gustaban los chocolates y
madre Pilar le dijo que no había problema que por eso no tenía que
entristecerse que mandaría a comprar chocolates para que coma y la hermana le
dijo: “no madre es que cuando usted pidió que entreguen las cosas yo me escondí
una caja de chocolates y la tengo en mi cuarto”, madre Pilar con mucho caridad
le dijo: “hija no te preocupes trae caja de chocolates y la repartimos con
todas”. La hermana quedo muy contenta desde ese momento.
Una de las cosas que
más les costaría a las hermanas de Cuzco sería el carácter de madre Pilar, pues
como buena castellana era una mujer de gran temple con una voz que ensordecía, pero madre Pilar no es que fuera
iracunda sino que los españoles a diferencia de los peruanos tienen un forma de
ser distinta, los peruanos somos más susceptibles a una corrección que en
realidad es una constante de amor por la persona corregida. Pero madre Pilar a
pesar de todo era muy querida, sus hijas del Cuzco pronto entendieron su forma
de ser y se dejaron llevar por el camino que ella quería marcar y que había
aprendido de sus santos fundadores.
Mucho bien hizo a su
paso por el Perú, vino por tres años pero tan cariño le tenían sus hijas del
Cuzco, que pidieron las hermanas a la comunidad de Palencia que no se la
quitarán, que la dejarán por mucho más tiempo en este Perú que tanto la
necesitaba. Se dice que cuando madre Pilar tenía ya dos años algunas
comunidades del Perú habían pensado en pedirla a Palencia para que vaya a sus
monasterios a llevar las santas costumbres que junto a madre Regina habían
implantado en el Cuzco, por eso las hermanas teniendo miedo que se las quitasen,
escribieron muchas cartas al monasterio de Palencia para que se quedará como
monja conventual del Cuzco. Madre Pilar, también había visto de Dios quedarse
en el Perú por eso escribirá a su priora el deseo de quedarse definitivamente
en Perú y los santos deseos que la movían a hacer dicha petición: “ muy reverenda y amadísima madre:
desconfiada de mí y confiada en la misericordia infinita del Señor y en la
bondad de vuestras reverencias y de mi querida comunidad, acudo a los pies de
vuestra reverencia y de todas mis veneradas madres y hermanas suplicándoles que
acepten mi petición de pertenecer en lo sucesivo a esta comunidad del Cuzco –
Perú en la seguridad de que no me mueven a ello sino los siguientes motivos: el
deseo unánime de esta comunidad, mi anhelo de practicar la santa pobreza
evitando posibles gastos de viaje y mi intensión de sujetarme a la estabilidad
a que estamos obligadas las carmelitas descalzas”.
Madre Pilar tenía el
don del entendimiento, era de verdad una monja muy sabia y muy amante de la
vida que Dios le había regalado al profesar en el Carmelo teresiano, las líneas
que hemos leído dejan ver su profundo conocimiento de la vida de pobreza y el
don de la clausura que había profesado y que hoy en algunos lugares por el
activismos y el consumismo están muy venidas a menos. Así esta noble misionera
de clausura, con la gracia de Dios logró el permiso de su comunidad para
quedarse en Perú, aunque las puertas de su monasterio, como le escribían sus
hermanas de Palencia, quedaban siempre abiertas para ella. Madre Regina al
terminar el periodo de tres años regreso a España, su compañía fue de gran
ayuda para madre Pilar, siempre la recordaría y la estaría muy agradecida.
Madre Pilar se dio
cuenta de algo muy importante, que en Perú habían muchas vocaciones, ella no
podía desaprovechar este regalo que Dios daba a esta tierras, así que hizo todo
lo posible por recibir a muchas de las chicas que golpeaban las puertas del
monasterio. La dote, que era el pago que daba la postulante para poder entrar
en el convento no fue ningún problema para la madre, ella hizo todo lo posible
para que entren chicas de toda clase social, sabía que en la Iglesia no existen
clases sociales, sino hijos de Dios, y surgieron muchas vocaciones que le
permitieron fundar muchos carmelos y que
también son ayuda para otras que tiene escases de vocaciones. Más adelante
hablaremos de algo que por amor a las vocaciones tuvo que hacer en la fundación
de Abancay y que ha dado muchos frutos no sólo para el Carmelo sino también
para otras congregaciones religiosas.
Amaba mucho los tres
votos que había profesado: obediencia, pobreza y castidad. Ella hablaba de los
votos como de la triple valentía del hombre que ofrece a Dios una exquisita
fidelidad frente a los tres grandes enemigos que al hombre acechan y frente a
sus perversas tendencias; así los describía ella: “obediencia contra el demonio y los honores, pobreza contra el mundo y
las riquezas y castidad contra la carne y los placeres”. Madre Pilar sabía
la importancia que tiene la obediencia en la vida religiosa, ella la vivió con
mucha alegría durante su formación en Palencia y a lo largo de toda su vida
religiosa incluso de priora, sabía que este voto le asemejaba a Cristo
obediente y quiso que sus hijas la practicaran con toda la perfección posible. Amaba locamente el don de
la pobreza por eso muchos de sus monasterios, sobre todo el de Yurimaguas
tuvieron este espíritu, un espíritu querido por la santa fundadora de Ávila,
casas pobres quería ella para que cuando se caigan no hagan bulla, porque las
casas de los verdaderos pobres cuando se caen no hacen bulla. La pureza era
algo que cuidaba mucho, siempre decía a sus hijas que con la virtud de la
castidad hay que ser exageradas, pero con esto no caía en consideraciones
pietistas y timoratas, lo que ella buscaba es que el alma tenga una mejor
vivencia de las cosas de Dios.
Madre Pilar se robó el
corazón de sus hijas, se ganó con su ejemplo el respeto de las monjas que a lo
largo de su vida vivieron con ella, por eso en los monasterio donde estaban sus
hijas, aquellas a las que recibió y formo le llamaban con cariño, “la mamita”,
apelativo que hasta hoy se escucha en todos los monasterio que ella fundó o los
que sus hijas fundaron después de su muerte. Una cosa muy importante que hay
subrayar es que la madre Pilar al venir al Perú implanto todas las costumbres
que se vivían en el monasterio de Palencia, se menciona esto porque aunque los
monasterios de santa Teresa tienen las mismas reglas y constituciones, tienen
distintas costumbres, no son las mismas las que se viven en Palencia, que las
que se viven en san José de Ávila o en Alcalá de Henares.
Madre Pilar llevó todas
las santas costumbres que trajo de Palencia a todas sus fundaciones y las
fundaciones que han salido de sus monasterios han hecho lo mismo, por eso
podemos decir que madre Pilar después de su muerte aún sigue presente en
espíritu ayudando a cada uno de los nuevos conventos que se han fundado y que
se seguirán fundando. En cierta ocasión, la mamita, al referirse a las santas
costumbres de Navidad que se viven en los monasterios que ella estaba fundando
en Perú escribe a Palencia: “En estos
días de Navidad hemos realizado una por una las santa costumbres de nuestro
inolvidable Palencia. La kandela de navidad, la jornadilla pidiendo posada, las
coplillas de cada una – según la suerte de adviento -, la priora de inocentes,
la entrada de la santa madre en la noche de inocentes con su bienvenida, el
Tedeum hasta el noviciado el día 29 con sus correspondientes bombas y cantos,
el alepé los tres días correspondientes, la fiesta de las ocho menores y los
reyes con sus regalitos y la despedida del Niño en la recreación de la noche
con la tira de los últimos dulces… ¿Ven como no nos hemos olvidado de
nada? Y esto en todos nuestros
conventos, sin dejar ni uno solo”.
Por lo que podemos ver
en lo que deja escrito madre Pilar es una mujer muy observante, una mujer que
quiere vivir con la mayor perfección posible todo lo que en el Carmelo había
encontrado y que le había servido como camino de santificación y el medio por
el cual ama a Jesús, el Divino Esposo, como ella le llamaba. Esto se verá años
después cuando después en los tiempos tan confusos del post concilio se verá
obligada a tomar una decisión determinante sobre la vida que habían de llevar
los carmelos que había fundado.
ABANCAY
Pasados nueve años de
su llegada a Perú, después de haber estado de priora en tres trienios, fue
elegida la madre Rosa del Inmaculado Corazón de María, ella había recibido sus
santas enseñanzas y quería que muchas almas se aprovecharan de su doctrina. Por
este tiempo Monseñor Alcides Mendoza, obispo de Abancay, pidió con insistencia
una fundación en sus diócesis, y así lo hicieron, madre Pilar fundó el Carmelo
de Abancay el 29 de junio de 1964, este Carmelo empezó con siete religiosas
profesas, cinco de Cuzco y dos de Ayacucho; aquí aprendió mucho pues tuvo
serias dificultades, especialmente económicas y en la dirección de la
construcción. Fue la misma madre Pilar
quien hizo los planos, ciertamente con la ayuda de un arquitecto y un
ingeniero, puso toda la atención posible en la construcción del primer piso
para después con la ayuda de Dios poder continuar junto con el maestro de obras
con el resto de la construcción, ya sin la necesidad del ingeniero, pues no
tenía el suficiente dinero para poder pagarle y, de esta manera, economizaba
para poder pagar a los obreros. Las hermanas trabajaban acarreando bloquetas,
arena y agua, y ella iba a la cabeza animando a todas con alegría.
Así iba avanzando la
construcción del monasterio; al mismo tiempo se preocupaba por la edificación
espiritual del nuevo Carmelo, por eso, iba enseñando a cada una de las hermanas
las virtudes que se quieren en una religiosa aunque en medio de las
dificultades que tenían por la estrechez de la casa en que provisionalmente
vivían. Una de las dificultades que vivieron especialmente fue la pobreza,
porque todo el dinero, ya sea fruto de las labores o de las limosnas era para
la construcción del nuevo Palomar de la Virgen. El alimento lo esperaban de la
caridad de las madres del Cuzco y de la gente buena, que les llevaba con mucha
alegría. Se cuenta que un día no tenían ni un pan para comer, las monjitas se
lo dijeron a madre Pilar y ella dijo: “esperemos
en Dios”, al instante se presentó en el torno un niño con un pan y dijo:
“madrecita tome pan, regale una estampita”, se le dio la estampa y minutos
después todos los niños de la escuela se presentaron con un pan por una
estampita, la tornera dijo alegre: “¡madre ya tenemos pan!”, y lo celebraron.
Al día siguiente, después de la Misa, se encontró una bolsa de pan en el torno,
alguien que se enteró de la situación que pasaban las madres la pondría.
Para esta construcción
el principal proveedor fue san José a quien la madre trataba con mucha
familiaridad y con mucho respeto a la vez, ella le ponía una alcancía delante
para que trajese lo necesario, habían días que llegaba el viernes y no se veía solución
para pagar el sábado a los obreros, pero el sábado san José le traía de
cualquier parte lo necesario para dar el justo salario a los trabajadores que
tenían que llevar alimentos a su familia. Las madres del Cuzco enviaban
continuamente dinero, con frecuencia fruto de la venta de sus alfombras
incaicas, joyas y obras de arte, también la familia de madre Pilar mandaba
ayuda económica desde España.
Madre Pilar se encontró
con muchas cosas en Abancay, que le permitirían actuar con gran prudencia para el
bien de muchas almas. Al igual que en el Cuzco ayudó a cada una de las
hermanas, pero este convento tenía algo especial, era nuevo, por eso se
hicieron el propósito de hacerlo igual al de Palencia en lo que se refiere al
espíritu de la reforma. Muchas cosas pasó madre Pilar, se enfermó y tuvo que
viajar a Cuzco y Arequipa para seguir sus tratamientos. Aquí cogería una íntima
familiaridad con las carmelitas de Arequipa que ya había empezado desde el Cuzco,
mucho ayudaría espiritualmente a estas hermanas.
Cuando madre Pilar
estaba aún en Cuzco, se encontró con una realidad que le llegaría al corazón,
las hermanas de ese comunidad preparaban una olla de comida para repartir a los
pobres que llegaban a tocar las puertas de su convento, cierto día madre Pilar
al salir al médico por su delicada salud, se encontró con estos pobres que
pedían comida, pero los vio en una condición que le dolió en lo más profundo y
desde ahí sería una constante preocupación para ella. Los pobres iban con
tarros, latas y cosas poco dignas a recibir la comida que con tanta generosidad
les preparaban las hermanas y que una señora les repartía con cariño, así que
madre Pilar al ver todo esto dijo que no se podían quedar indiferentes y que
había que ayudarlos y darles de comer en condiciones más dignas, por eso hizo
acondicionar algunas salas y las dividió del monasterio haciendo así un comedor
para los pobres. De esta nueva obra de caridad se hizo cargo la hermana Natividad
que era una hermana lega del monasterio, esta hermana sintió en fono de su ser
que el Señor le llamaba a esta forma especial de vida así, podríamos decir,
ella se convirtió en la primera carmelita externa que el Perú tendría.
Esto se haría eco en
Abancay, madre Pilar ha pensado desde el principio en poner un comedor para los
pobres, así que desde el inicio consideró un espacio para dar de comer al
hambriento y de beber al sediento, estas palabras por las que el Señor nos
juzgará a cada uno de nosotros. Una de las siete fundadoras la madre Celina del
Niño Jesús vio del Señor la llamaba a esta vocación especial de salir de la
clausura para encargarse de los pobres, madre Pilar con la sabiduría que le
caracterizaba y después de muchas consultas y teniendo como antecedente, en el
Carmelo de Dijon en Francia, esta peculiar vocación dentro del Carmelo,
solicitó un rescripto de la Santa Sede que autorizara salir a la hermana al
Externado. Ahí comenzaría una aventura que tendría muchos frutos.
Madre Celina siempre
bajo la guía de madre Pilar a quien quiso mucho, inició una labor de caridad
muy grande, ella quería ser la caricia de Dios para los pobres y enfermos. Su
actividad fue muy intensa pero Dios lo quiso así. Se cuenta que un día muy
temprano que llovía copiosamente la madre Celina que había salido al mercado se
encontró en el parque "Micaela Bastidas" a un pobre, tendido en el
suelo. Ella notó que el hombre estaba enfermo y que no tenía fuerzas para
levantarse pero el Señor le pedía en su interior que no lo abandonara así que
como pudo lo cargó y lo llevó hasta la puerta del Monasterio. Ahí pidió agua
caliente y lo aseó en la misma portería, vistiéndolo con ropa limpia; luego lo
acomodo con frazadas en una caja de madera. El hombre está totalmente llagado y
con heridas malolientes.
Madre Pilar se preocupó
también por este hermano pues madre Celina le contaba todo lo que pasaba fuera
como buena hija suya y a quien le debía obediencia, ella le mando que hablara
con el prefecto de la ciudad para ver qué podía hacer con aquel hermano
dolorido. El Prefecto viendo la situación, ofreció a madre Celina el antiguo hospital,
ruinoso y en pésimas condiciones. Madre Celina, armada de fuerzas y de
paciencia, limpió el lugar y preparó una habitación digna; por la tarde acomodó
a su mendigo en un catre viejo. Asistió al hombre hasta sanarle las heridas y
más tarde, también le daría cristiana sepultura.
El amor de madre
Celina, de madre Pilar y de todas las hermanas del monasterio de Abancay va en
aumento. Madre Celina reúne a los pobres que encuentra en sus salidas: en los
parques y rincones de Abancay, donde duermen al sereno. Este esfuerzo titánico
también lo comparte y lo vive Monseñor Enrique Pélach, por esa razón, él viaja
a Lima y tramita con la beneficencia pública la donación, al menos de una parte
del viejo hospital de Abancay. Así nace el "Hogar de ancianos" que
fue inaugurado el 27 de Abril de 1973 con la bendición del señor nuncio
apostólico monseñor Luigi Poggi. Desde esta fecha, el "Hogar de ancianos"
se encuentra casi siempre lleno. Los ancianos son atendidos con la más fina
caridad cristiana acompañados por las hermanas externas y las aspirantes del
monasterio de san José Abancay. Ellos viven en familia y los que aún tienen fuerzas
ayudan a los que no pueden; se les brinda ayuda en su salud corporal y espiritual.
El amor que madre Pilar
tenía por las vocaciones, como ya lo hemos dicho antes, era muy grande. Ella al
ver la situación que el Señor había suscitado en madre Celina se dio cuenta que
iba necesitar ayuda porque no podría llevar el trabajo ella sola, ni siquiera
con la ayuda de las religiosas del Externado. Por ello piensa en el aspirantado.
La verdad es que ya desde 1968 hay jovencitas con inquietud vocacional, que se acercan
al monasterio y que hablan con madre Pilar; ella les aconseja que acudan desde
sus casas y que alternen el trabajo con los ancianos ayudando a las madres
externas y sus estudios de secundaria hasta su ingreso en el Carmelo; pronto madre
Pilar manda a madre Celina que prepare una habitación para ellas, porque desean
con ansias ya desde muy jovencitas consagrarse a Dios, y así ella podría
custodiar su vocación desde cerca. Madre Celina se convirtió así en la primera
formadora del aspirantado, ella formaba a las jóvenes en la vida espiritual y
humana, y cada noche madre Pilar salía al locutorio para hablarles de Dios, de
la vida cristiana y de la vocación a la vida consagrada, dándoles al final de cada
noche su bendición. Por ese aspirantado han pasado más de 100 vocaciones de
monjas carmelitas, y de otras congregaciones religiosas, ahora diseminadas por
varias partes del mundo.
SAN JERÓNIMO
Terminado el edificio y
la iglesia, llegaron muchas vocaciones tan rápido que pronto ocuparon todas las
plazas que permiten las leyes del Carmelo: veintiuna monjas. Como seguían
viniendo jovencitas, se pensó en una nueva fundación. Un día las visitó el
señor obispo de Abancay, ya entonces Monseñor Enrique Pélach y las monjas
comentaron con entusiasmo la idea de fundar un nuevo Carmelo, para lo cual
querían permiso para ir a Tacna ya que Monseñor Oscar Cantuarias había
solicitado una fundación; se quedó su excelencia pensativo y dijo: “tantas
necesidades como tenemos, si la hacen en nuestra diócesis les regalo el terreno
y les hago la casa”, la explosión de alegría fue general, todas aceptaron con
entusiasmo y gran fe la nueva fundación.
Así que junto con
Monseñor Pelách, fue la mamita a ver los terrenos para hacer la nueva
fundación, el obispo les presento un terreno en el Valle del Cumbao en San
Jerónimo pero no les gustó mucho entonces fueron a visitar otros terrenos en
Andahuaylas y Talavera, al no gustarles tampoco estos sitios regresaron al
primer lugar y empezaron con la obra.
Madre Pilar que ya había
aprendido mucho en la fundación de Abancay se puso ella misma a hacer los planos,
cuando llegó el primer donativo de Adveniat viajó para ponerse de acuerdo con
el maestro de obras. Madre Pilar, al Igual que santa Teresa de Jesús y que
santa Maravillas de Jesús que viajaban para mirar directamente las obras de sus
fundaciones, viajaba constantemente con muchas incomodidades, muchas veces en
camión para vigilar los avances de la obra, ahí corregía o daba algún aporte
conforme iban avanzando las obras. Una vez que se terminó de hacer el primer
piso decidió que era necesario vigilar de cerca las obras del segundo piso para
que no se cometieran algunos erros de los cuales después había que lamentarse.
Así se emprendió el
viaje de las fundadoras al nuevo monasterio que pondrían bajo el título de la
Virgen del Carmen, cuatro hermanas fueron a una casita de catequistas que el
obispo les había dado provisionalmente, madre Pilar iba a la cabeza de esta
fundación y se quedaría ahí hasta las obras estén en buena parte terminadas. El
día 15 de octubre de 1976, muy temprano salieron el resto de las hermanas
fundadoras del monasterio de Abancay, fue una despedida muy significativa, pues
en el Carmelo las separaciones siempre cuestan pero sacrificarse por el Señor
lo es todo muy poco; ya en San Jerónimo les esperaba el obispo, el capellán, y
algunos padres carmelitas que habían venido de Arequipa. Se comenzó con la
santa misa y luego con la procesión del Santísimo sacramento hasta la Iglesia
del convento donde se bendijo cada uno de los espacio donde iban a vivir estas
hijas de Teresa para inmolarse por la salvación de las almas pues ese era su
mayor deseo como el de su santa fundadora: “mil
vidas diera por salvar una”
Así comenzó la vida del nuevo Carmelo de San
Jerónimo, en esta comunidad no habían cinco profesas solemnes para poder hacer
elección de la priora que quedaría en esta nueva fundación, así que el obispo
en comunión con madre Pilar, nombra a madre Manuela María de la Cruz como
presidenta de la nueva comunidad. Madre Manuela fue recibida por madre Pilar en
el noviciado del Cuzco y se la llevó a la fundación de Abancay, ella sería una
gran ayuda en las futuras fundaciones que se iban hacer.
Una vez terminada la elección por parte del
obispo de la priora que dirigiría el nuevo monasterio, madre Pilar quedo libre
para regresar al convento de Abancay, cuentan algunas hermanas que cuando madre
Pilar dejó san Jerónimo parecía que les arrancaban algo de su corazón, se
quedaron muy tristes pues su madre del alma se iba. Pero la mamita no las
dejaría solas, ella desde Abancay las seguiría ayudando y cuando había
necesidad viaja a San Jerónimo para ayudarlas, se dice que cuando madre Pilar
llegaba había fiesta en el monasterio de la Virgen del Carmen del Valle del Cumbao
y cada una de las hermanas conversaba con ella pidiéndole ayuda espiritual.
Madre Pilar con su vida de entrega total se convierte en ejemplo de vida para
las hermanas, en madre espiritual para muchas y será como la columna en la cual
se sostendrán todas sus comunidades.
La vida del Carmelo vuelve a su normalidad,
madre Pilar sigue de priora en Abancay, es importante mencionar aquí a tres
personas muy importantes en la vida de la mamita y que la quisieron mucho.
Hablamos primero de monseñor Pélach, él encontró ya a la mamita en Abancay
cuando llegó como obispo de ahí, se enamoró de la vida del Carmelo pero
sobretodo de la caridad que tenían con los pobres, madre Pilar se convertirá en
una hija muy querida de este pastor quien dijo de ella muchas veces que se
parecía a santa Teresa de Jesús. Cuentan las hermanas que una vez las fue a visitar
al monasterio, ya la madre estaba en Chiclayo, y les dijo: “ayer he visto a la
mamita”, las hermanas sorprendidas le dijeron pero monseñor la mamita está en
Chiclayo y él les respondió que al ver la película de santa Teresa que
protagoniza Concha Velazco, se había dado cuenta que la madre Pilar era así,
que era del porte de su santa fundadora. Monseñor Pélach hoy está en proceso de
beatificación, madre Pilar en su camino se cruzó con muchos santos obispos,
sacerdotes y religiosas como lo veremos más adelante.
Otra persona que se encontró con ella fue el
padre Giovanni Salerno, fundador de los siervos pobres del tercer mundo,
tuvieron una amistad espiritual muy grande, él quería mucho a la madre. Se dice
que la mamita ayudo espiritualmente al padre Giovanni cuando lo necesitaba, en
tiempos muy difíciles; mucho consejo recibió de ella cuando estuvo de priora en
Abancay , pasaron muchas horas en el locutorio y muchas cartas se cruzaron los
dos. El padre Salerno siempre ayudó a todos los conventos que la mamita había
fundado, en muestra de gratitud a esta religiosa que le ayudó a descubrir los
caminos a veces duros por los que el Señor nos quiere llevar
Una persona que aunque no tuvo contacto físico
con la madre Pilar pero fue de mucha ayuda en su vida espiritual, sobre todo en
los tiempos del post concilio, fue santa Maravillas de Jesús. Contaba madre
Pilar que cuando santa Maravillas pasó por Palencia, la comunidad no pudo verla
porque su visita fue rápida y sólo estuvo un momento en el locutorio, pero por
algunos informes que se nos han dado sabemos que la mamita tuvo contacto a
través de alguna carta con madre Maravillas de Jesús, cuantas cosas se dirían
pero al parecer las cartas no existen, en el camino de las fundaciones se han
perdido. La relación que la madre tuvo con madre Maravillas y sus hijas fueron
decisivas en la posición que tomó ella respecto a las constituciones que sus
conventos decidieron profesar. Se dice que ahí donde hay un santo hay otros,
será importante leer con detenimiento la vida y obras de madre Pilar para
descubrir que es un gran modelo de santidad.
Pasado unos años de la fundación hecha en San
Jerónimo el monasterio de Abancay se volvió a llenar, las madres pensaron en
una nueva fundación debido a la afluencia de vocaciones que golpeaban las
puertas del monasterio para ingresar. Se volvió a pensar en Tacna y hablaron
con Monseñor Cantuarias quien les comunicó que había sido nombrado Arzobispo de
Piura y que había que esperar un poco a que se instale bien en su nueva diócesis para poder hacer la
fundación tan querida por él pero ahora en tierras norteñas.
YURIMAGUAS
Mientras las hermanas
pedían a Dios para que se realizará pronto la propuesta del arzobispo de Piura,
monseñor Miguel Irizar, vicario apostólico de Yurimaguas en Loreto se apareció
en Abancay pidiendo una fundación para su vicariato, el Papa le había
aconsejado que lo mejor que podía hacer en su misión era llevar una comunidad
de monjas contemplativas. Monseñor Tagliaferri, nuncio apostólico de su
santidad en Perú, aconsejó a monseñor Irizar que si quería carmelitas para su
misión que las fuera a buscar a Abancay y así lo hizo. Una de las cosas que le
propuso monseñor a la madre Pilar es que las madres franciscanas de María iban
a dejar la misión y con ello un colegio que estaba en buen estado lo cual
podría servir para el nuevo monasterio, esto hacia más fácil la fundación
respecto a las dos anteriores. Madre Pilar viajo a Yurimaguas acompañada
de madre Rosa y vieron el colegio y les
encanto, a su regreso lo contaron a la comunidad y se pusieron en marcha para
la nueva fundación, la primera en selvas peruanas.
Pero surgió un
problema, las hermanas franciscanas decidieron no dejar la misión, monseñor
Irizar se lo comunicó a madre Pilar pero le dijo que tenía un terreno donde se
podría construir el nuevo monasterio; madre Pilar volvió a viajar pero esta vez
con madre Celina, le gusto el terreno y monseñor Miguel le propuso que vivieran
en una casa pastoral, que sería como un convento provisional, mientras se
avanzaban las obras del nuevo monasterio. Madre Pilar regresó a Abancay les
contó todo a las hermanas y se pusieron a preparar las cosas para la nueva
fundación, la ropa que se prepararía iba a ser un poco más liviana de la que se
usaba en Abancay y San Jerónimo, por el clima de Yurimaguas.
Madre Pilar con 65 años
se fue con siete religiosas el 16 de Octubre de 1982, como obsequio al
centenario de la santa madre Teresa de Jesús. El clima tropical y el inicio de
una comunidad le hicieron desplegar su gran fortaleza, dando ánimo y alegría a
las hermanas que iban con ella; las hermanas que se quedaron en Abancay
sufrieron un arranque terrible, la madre también sufrió por estas separaciones
en una carta se dejan entrever esos sentimientos: “Las separaciones son muy dolorosas, pero todo sea para la mayor Gloria
de Dios”. Sus ardientes y animadoras cartas a todas sus comunidades las
mantendrían siempre unidas.
Mientras vivían en la
casa provisional madre Pilar guía las obras del nuevo monasterio de Yurimaguas,
poco a poco se fueron avanzando las obras hasta que el 7 de agosto de 1983 vino
el nuncio apostólico a pedido de monseñor Irizar para inaugurar el nuevo
monasterio, se hizo una misa de acción de gracias en la catedral y luego en
procesión partieron llevando en hombres las imágenes de la Virgen del Carmen,
de san José y santa Teresa hacia el nuevo palomar de la Virgen. Monseñor Irizar
quiso mucho a las madres, le ayudo mucho, les trajo muchas cosas para el nuevo
monasterio. La casa se acabó de construir el año 1986 con la ayuda de numerosas
personas, y entidades religiosas.
Madre Pilar al igual
que con las dos anteriores fundaciones se preocupó de los pobres así que fue al
consejo municipal a pedir que le cedieran unos metros de terreno al costado del
monasterio, el municipio le regalo los metros requeridos y monseñor Irizar
ayudo a la mamita en la construcción del “comedor san José”, que en el año 1987
empezó a funcionar y donde los pobres encontraban alimento y cobija. También en
Yurimaguas se abrió el aspirantado, obra que muy buenos frutos estaba dando.
Yurimaguas fue un lugar
nuevo para madre Pilar, era el primer monasterio en selvas peruanas y el único
hasta su muerte. Desde aquí seguiría ayudando a sus hijas y a otras comunidades.
Aquí se enfermó de cáncer, enfermedad que la acompañará hasta su muerte, ella
llevó la enfermedad como un regalo de Dios, y esta no será impedimento para que
siguiera con su obra fundacional, tres monasterios le seguirían a la fundación
de monasterio de san José de Yurimaguas.
LIRCAY (HUANCAVELICA)
Cuando la madre Pilar aún estaba en plena
fundación del monasterio de San Jerónimo, monseñor Demetrio Molloy le pidió con
insistencia a la mamita que hiciera una fundación en su diócesis de
Huancavelica, madre Pilar sabía que no se podía hacer otra fundación porque la
comunidad estaba joven; ella siempre solía decir que cuando una comunidad es
joven no es conveniente hacer fundaciones porque es forzar mucho a la comunidad,
así que había dicho al obispo que esperará un tiempo, monseñor Molloy también
se lo pidió con insistencia a monseñor Pélach, quien bromeando le dijo que
después de la fundación de San Jerónimo mandaría a las peorcitas. El obispo de
Huancavelica guardó en su corazón la promesa, que después que la comunidad
tenga el personal suficiente irían a fundar a su diócesis; pasados once años
monseñor Demetrio ya estando la madre Pilar en el joven monasterio de
Yurimaguas, le pidió que hiciera la fundación que desde hace años le venía
pidiendo. Madre Pilar habló con madre Manuela que era priora en el monasterio
de la Virgen del Carmen de San Jerónimo para que esa comunidad hiciera la
fundación que le estaban pidiendo, madre Manuelita que es una hija fiel de
madre Pilar y que desde su ingreso recibió sus santas enseñanzas, recibió la noticia
con gran alegría y como si este deseo de madre Pilar fuera una orden se puso en
marcha.
La mamita quiso ir a
ver personalmente los terrenos y viajó junto con madre Manuela y la hermana
María del corazón de Jesús, a quien recibió personalmente en el noviciado de Abancay.
La madre quería ver donde se podía hacer el nuevo monasterio, ya en Huancavelica
se enfermó y le dio una taquicardia que la obligó a regresar sin poder ver el
lugar donde se haría el nuevo palomar teresiano; ya no podría seguir personalmente
esta fundación, pero a pesar de ello apoyó a las hermanas con sus consejos y
direcciones. En 1989 se fundó el nuevo monasterio de Santa Teresita del Niño
Jesús, ella estaría presente en espíritu y siempre que la comunidad la
necesitaba se hacía presente con sus cartas que señalaban alguna directriz para
el bien de la comunidad. Madre Manuela viajó personalmente a Yurimaguas, porque
madre Pilar ya no podía subir a las alturas, para que hiciera los planos del
nuevo monasterio, ella con gusto los hizo. La comunidad de Huancavelica será
una comunidad muy amada por madre Pilar, su deseo de ayudarlas e ir a estar con
ellas estuvo siempre, en 1994 escribió una carta a la comunidad de Lircay donde
se dejan ver esos santos deseos: “La
aseguro que si no fuera porque ya no puedo ir a la altura, ahí las hubiera
visitado hace tiempo, para ayudarlas en cuanto hubiera estado en nuestras
manos. Dios no lo quiere y me resigno, segura de que el Señor suple con
creces”.
Madre Pilar sería
también mamá, titulo con él se despedía al final de sus cartas, de esta nueva
comunidad, les ayudó intercediendo ante el obispo de Huancavelica para que les
terminase de hacer su monasterio. Ella siempre se escribió con Monseñor Molloy,
él la quería mucho, veía en ella a la santa fundadora de Ávila. Es importante
mencionar que Monseñor Demetrio es otra persona importante en la vida de madre
Pilar, tuvieron una relación de padre e hija muy edificante. La mamita se
encontraría en su camino con otro hombre que murió en olor de santidad, que su
vida estaba impregnada del buen olor de Cristo y que toda ella sería un “ya no
vivo es Cristo quien vive en mí”.
CHICLAYO
El día 4 de febrero de 1985, el santo padre
Juan Pablo II bendijo en la ciudad de Trujillo una preciosa imagen de Nuestra
Señora de la Paz, el católico pueblo de
Chiclayo la había llevado al encuentro del Papa, quien al bendecirla y mirarla
exclamó: “esta imagen merece un
monasterio –y corrigiéndose continuó-
un santuario”. El señor obispo de Chiclayo monseñor Ignacio María de
Orbegoso lo escuchó, el pueblo lo escuchó y se decidió: “La Virgen de la Paz
tendrá un santuario y un monasterio”.
Monseñor Ignacio, pidió
a madre Pilar que se hiciera cargo de la fundación del monasterio, ella estaba
de priora en Yurimaguas y desde allí organizó el viaje para ver el lugar donde
iba a ser el nuevo Carmelo, dos hermanas de Abancay viajaron con la mamita. La
madre habló con el obispo para ver que le proponía quien le comunicó que las
obras del santuario ya estaban avanzadas. Hacia 1987 se comenzaron las obras
del monasterio, con dinero que había enviado “Adveniat”, madre Pilar con las
debidas licencias viajó con algunas hermanas desde el año 87 al 91 para ver el
avance de las obras.
Se pensó que para el 26
de mayo de 1991 se podría inaugurar el santuario y el monasterio, así que nueve
hermanas de san José de Abancay llegaron a Chiclayo, mientras madre Pilar viajó
de Yurimaguas con una compañera. Las madres canonesas alojaron a las madres
carmelitas hasta el día de la fundación, llegado el día hubo misa en la capilla
de las madres Irlandesas y procesión hasta el monasterio, estando en el
monasterio el obispo de Chiclayo les preguntó: ¿qué es lo que piden?, a lo que
con fervor respondieron: “Vivir en este monasterio de Nuestra Señora de la Paz
y San José nuestras vidas de carmelitas descalzas en clausura, oración y
penitencia tal como lo estableció nuestra madre santa Teresa de Jesús para el
bien de esta diócesis de Chiclayo y de toda la Santa Iglesia de Dios” y el
obispo con alegría respondió: “con el auxilio de Dios Nuestro Señor y la
intercesión de Nuestra Madre María Santísima incorporamos a las hermanas
Carmelitas descalzas en nuestra diócesis de Chiclayo” y todas respondieron:
Amén.
Comenzó así la vida del
Carmelo, madre Pilar era conventual de Yurimaguas y ayudaba a las dos
comunidades, Dios le daba mucha fortaleza y sobre todo don de gobierno. Le
preocupaba mucho porque tanto la comunidad de Yurimaguas como la comunidad de
Chiclayo querían que la madre se quedará en sus comunidades, ella sabía que las
dos comunidades eran jóvenes, además las vocaciones que nacían en la selva eran
de una mentalidad muy distinta que hacían que el trabajo de formación sea más
arduo. Madre Pilar quería que todas sus hijas sean observantes, fieles a las
reglas y constituciones que la santa madre Teresa de Jesús había dejado y
Yurimaguas no podía ser la excepción, pero todo lo dejó a la Providencia
Divina, en las manos de su Señor que lo hace todo bien, esta certeza siempre la
acompañó en toda su vida religiosa por eso en una ocasión escribiría: “Yo estoy ahora aprovechando mi título
inmerecidísimo de esposa, que lo que yo no puedo, lo tiene que hacer Él, que
para eso es Esposo, y qué bueno, qué fiel, qué Magnifico Esposo, qué bien me
hace lo que yo no puedo”.
En 1992 a petición de la comunidad de Chiclayo
que la eligió priora, se quedó ahí, madre Pilar seguirá con la conclusión de las
obras de dicho convento y como siempre confiaba en que Dios les proveería todo
lo necesario para la casa de la Virgen. Se cuenta que como era importante poner
la puerta y la reja para la clausura, madre Pilar dijo que había que hacerlo de
una vez pero alguien le respondió que no había plata y la mamita dijo que tenía
cien soles y le dijeron que con cien soles no había ni para chinchetas y madre
Pilar les dijo: ¡Confíen!, y entonces le llegó una carta al monasterio que al
abrirla se dio cuenta que contenía cinco mil trecientos dólares, que le
sirvieron para colocar la puerta reglar y la reja del locutorio.
HUANCAYO
Monseñor Emilio
Vallebuona, se había enamora de la vida que las carmelitas descalzas llevaban,
habló con monseñor Molloy para que hicieran una fundación en la arquidiócesis
de Huancayo, ese era el sueño de este obispo que no lo pudo ver realizado
porque murió. Monseñor Demetrio habló con madre Manuela que era la priora de
Lircay en Huancavelica sobre la fundación en Huancayo que con la muerte de
monseñor Emilio no se detuvo sino que siguió adelante, quedó como administrador
apostólico monseñor José Rios, que luego se convertiría en el arzobispo de
dicha sede y que en su periodo se llevaría adelante la nueva fundación.
Madre Manuela comunicó
a madre Pilar el pedido que hacían de la nueva fundación y muy contenta animó a
la madre a seguir adelante, ella ya no podría seguir directamente esta
fundación, pero con sus sabios consejos y directrices dirigiría esta nueva
obra. Para esta fundación que se inició en 1993 irían algunas hermanas de
Lircay y algunas de Yurimaguas.
Muchas
dificultades encontrarían las hermanas
en esta fundación pero madre Pilar estaría siempre presente con sus consuelos,
animándolas a que sigan adelante. Les dieron una casa ya hecha que las hermanas
han ido arreglando poco a poco y que sigue floreciendo hasta hoy con la ayuda
de Dios.
Madre Manuela era
priora de Lircay, la madre Pilar le aconsejó que fuera a la nueva fundación
pues ahí haría mucha falta, su ayuda sería necesaria para esa comunidad tan
joven que comenzaba; como buena hija y sabiendo que el discernimiento de la
mamita era bueno, se fue al nuevo monasterio de san José de Huancayo, donde ha
sido de mucha ayuda.
CALLAO
Aún
estaba todavía madre Pilar de priora en Yurimaguas cuando 1989 el Papa Juan
Pablo II nombró a monseñor Miguel Irizar como obispo coadjutor del Callao; monseñor
Irizar se había enamorado de la vida del Carmelo, y se fue triste dejando a sus
hijas en Yurimaguas. Desde el primer momento pensó en llevarlas al Callao, pero
había que esperar, él no era el titular de la diócesis, mucho lo conversaría con
madre Pilar, ellos serían el alma de la fundación que hicieran sus hijas de
Yurimaguas después de su muerte. Se piensa que no se debería considerar a madre
Pilar fundadora del monasterio de la Sagrada Familia del Callao, pero si
hacemos una división justa podríamos hablar de fundadores próximos y remotos y
consideraríamos que las hermanas venidas de Yurimaguas y que dirigirían la obra
son las fundadoras próximas, mientras que madre Pilar fue la fundadora remota.
La
mamita estando en Lima por su delicada salud, coincidió con madre Manuela y cuatro
hermanas más, algunas que también estaban ahí por salud; ellas junto con
monseñor Irizar fueron a ver el lugar de la posible fundación; estuvieron en el
santuario de la virgen del Carmen de la Legua donde monseñor quería que se haga
el Carmelo pero el lugar era muy pequeño y había mucho ruido para la vida de silencio
que exige la vida contemplativa, así que buscaron otros terrenos donde se
pudiera hacer la casa de la Virgen, donde tanto se ama al Señor y se sacrifica
por la salvación de los hombres. A la mamita y a monseñor les pareció bien un
terreno ubicado en el ex fundo Oquendo, donde dejó enterrando una medalla de
san José, para que cuidará del terreno y lo consiguiera como propiedad de las
carmelitas para hacer su nuevo monasterio.
Así
madre Pilar puede considerarse en cierta manera fundadora de este Carmelo que
seguro desde el cielo ayudó en sus inicios y que sigue ayudando y que ve con
alegría. Monseñor Irizar quiso mucho a la mamita, dice él también que se
parecía a santa Teresa de Jesús, que era mujer entregada a Dios, una carmelita
completa, que lo hacía todo para la Mayor Gloria de Dios y la salvación de las
almas.
APOYO A LAS COMUNIDADES DE AREQUIPA, MOLLENDO - ICA Y JULIACA
Madre Pilar tuvo una
familiaridad muy bonita con las carmelitas de Arequipa, que haría posible que se
ayudaron mutuamente. Cuando madre Pilar tuvo que ser intervenida por una
trombosis en el pie estuvo hospeda en el Carmelo de santa Teresa. La mamita
ayudaría con su consejo a esta santa comunidad, tuvo algunas hijas espirituales
que con la licencia de su priora les escribían cartas pidiendo consejo o ayuda
espiritual.
Las madres carmelitas
descalzas de Arequipa le pidieron a la mamita que les ayude en la fundación que
harían en Mollendo, que fuera con las hermanas pero ella no podía porque se
encargaría de la fundación de Abancay y de todas las que hasta ahora hemos
mencionado. Según nos han contado madre Pilar ayudó con los planos de la nueva
fundación y con algunos consejos que eran importantes para la nueva comunidad.
La fundación de Mollendo por problemas de la humedad tuvo luego que cambiarse a
Ica, madre Pilar seguiría ayudando a esta comunidad aun en el nuevo lugar al
que se habían trasladado.
La comunidad del Cuzco
también organizó otra fundación en Juliaca, madre Pilar que era la madre del
alma de esta comunidad ayudó también con
sus consejos y direcciones en esta nueva fundación, ella misma hizo los planos
del monasterio que sería idéntico al de San Jerónimo. Algunas hijas suyas que
habían estado con ella en Cuzco fueron a esta nueva casa.
Ya entrados los años 90
madre Pilar vieja y enferma no dejará su caridad infaltable para ayudar a estas
dos comunidades. Por ese tiempo le llegaron cartas de estas comunidades que le
pedían apoyo, la comunidad de Ica estaba al borde del cierre y Juliaca, tenía a
las madres priora y supriora enfermas, la comunidad de Yurimaguas se puso a
rezar, pero madre Pilar con esa solicitud que le caracteriza se puso de acuerdo
con todas sus comunidades para ayudarlas. Desde el Principio dijo ella que no
iba como reformadora ni como mandamás de ningún sitio, ella dijo que iría con
sus hijas a ayudar, a obedecer y a santificarse en su servicio.
Una vez organizado todo
el 2 de Marzo de 1990 viajó personalmente a ayudar a las hermanas de Juliaca y
de Ica, dice ella que “fueron días de hermosa fraternidad carmelitana”, estuvo
en Ica, conversando con cada una de las hermanas y una vez de dejar todo listo,
emprendió su viaje a Juliaca donde sus hijas no querían que vaya, pero fue y
una vez dejando las indicaciones necesarias para el buen funcionamiento de
dicha comunidad, esperando que todo este arreglado y marchando regresó a
Yurimaguas.
Madre Pilar al ver la
crisis que había en muchos monasterios a falta de vocaciones y a pedido de
algunas comunidades, con la ayuda de los manasterios que había fundado empezó a
enviar a religiosas a España. Mucho lo pensó la mamita porque sabía que la
cultura y la forma de ser eran distintas a las de los peruanos, así fueron dos
hermanas al monasterio de Palencia y dos hermanas al monasterio de Boadilla. De
esta manera el Perú devolvía con tanto amor le que un día España hizo al mandar
a la Madre y que tanto bien estaba haciendo.
SU PERSONALIDAD
Para sus hijas era una gran mujer, un regalo que
Dios había mandado al Perú, por eso vieron como Dios la había llenado de dones
que no eran solo para ella sino para todas aquellas que la rodeaban. Dejemos
que sus hijas nos cuenten como era la Madre pilar, como era su personalidad y
que resumieron de una manera extraordinaria en la carta de edificación: “No resulta fácil encerrar en los límites de
una carta de edificación un alma tan grande del temple de nuestra amada madre
Pilar. Al verla y convivir con ella, siempre hemos pensado que así sería
nuestra santa madre Teresa de Jesús; llena de cualidades humanas, de virtudes y
de tantas gracias con las que la enriqueció el Señor, entre las que sobresalían
su amor y su absoluta confianza en Dios y su Divina Providencia por las que se lanzaba
sin miedo a obras grandes.
No se dejaba llevar por respetos humanos. Cuando se trataba de la gloria de
Dios y del triunfo de la verdad, nunca le importó quedar mal con la criaturas,
así la vimos siempre. Sus fundaciones, iniciadas con escasos recursos y
frecuentemente con ninguno, siempre fueron colocadas en el Corazón de Jesús y
puestas en manos del tesoro del Carmelo, nuestro padre san José; por eso
surgieron y se poblaron de vocaciones, forzándole a abrir nuevos “palomares de
la Virgen”.
La duda y el titubeo nunca fueron características suyas. Lo que Dios quería
lo ejecutaba siempre y prontamente, costara lo que costase. A pesar de las
muchas dificultades, siempre siguió adelante; su amor a Dios y su unión con el
Divino Esposo se percibía con evidencia y claridad palpables.
Como buena hija de Teresa y Juan de la Cruz, nos habla de ellos como de
seres tan queridos y tan próximos que parecía vivir con ellos; y, a decir
verdad, de una manera espiritual vivía con ellos. En los momentos oportunos
gustaba repetirnos frases y textos de nuestros santos padres fundadores. En la
lectura diaria nos leía sus obras y nos la explicaba muy al detalle, utilizando
ejemplos muy prácticos que nos hacían comprender más fácilmente los textos.
Deseaba impregnarnos de su espíritu; gozábamos escuchándola.
Nuestra madre Pilar era abnegada y entregada, sincera y confiada, jovial y
entusiasta y, al mismo tiempo, profunda, maternal y bondadosa; fuerte y firme,
cuando nos exigía la virtud y la entrega incondicional al Señor. Quería a sus
monjas maduras y varoniles.
Infundió en nuestra vida carmelitana de intimidad amorosa con Dios, en
soledad y retiro, el espíritu de una verdadera vida de familia, de un calor de
hogar donde las alegrías y dolores se comparten y donde ella como madre era el
lazo de unión con que todas nos estrechábamos como hijas suyas y hermanas
verdaderas.
Supo organizar el trabajo de tal manera que lo dejó como sólido fundamento
en nuestras comunidades, estimulándonos a mejorar cada día nuestras labores y a
vivir de nuestro trabajo, de tal manera que nos permita compartir con los
pobres el fruto de nuestras labores.
Le dio el Señor el don de educadora, no se asustaba de nuestros defectos,
si veía humildad y deseos de corregirlos; sabía aprovechar lo aprovechable de
cada alma, sin exigir más de lo que podía dar. Estaba dotada de una viva y
penetrante inteligencia, de voluntad férrea y constante, que se convertían en
tenacidad cuando era necesario. Era enérgica y arrolladora, de reciedumbre
castellana, hecha de rectitud y sinceridad, y con mucha gracia de Dios; esto lo
resume todo. Reconocía sus limitaciones y errores con gran humildad, y cuando
los cometía sabía pedir perdón.
El amor a nuestras santas leyes era inmenso, nos las quería imprimir no
sólo en la mente sino en el corazón, para que las practicáramos y las
conserváramos con amor, como herencia preciosa que nos dejó nuestra santa madre
Teresa.
Amó mucho a Jesús, María y a nuestro padre san José, al que nombró padre,
señor y mayordomo de sus monasterios”.
De esta hermosa manera sus
hijas hablan de madre Pilar. De verdad que fue una mujer que vía sólo para el
Señor, que moría para que Cristo se luzca en ella. Con una personalidad
auténtica, que no quería otra cosa que imitar a Jesús y a este crucificado.
SU VIDA ESPIRITUAL
Pero todo lo que hasta
ahora hemos hablado de madre María Pilar de Jesús, no sería posible sino fuera
de su íntima relación con Cristo, de ahí le nació toda la fortaleza necesaria
para venir al Perú y dejar todo lo que humanamente le ligaba a su país, para
fundar numerosas casas y poder formar a tantas religiosas con una forma de ser
tan distinta a ella.
La vida de unión con
Dios es algo que el mismo señor Jesús señala como crucial en la vida de todo
cristiano y más aún en la vida de un religioso. La sarmientos tienen que estar
unidos a la vid para que luego den buenos frutos, así fue madre Pilar una monja
unida a Jesucristo, una religiosa que su primer motor fue la oración, donde nacían
todas las fuerzas para trabajar por Cristo su Señor, del que estaba totalmente enamorada.
Era en el sagrario donde brotaban todas sus inspiraciones y donde toma las
decisiones a veces difíciles que tuvo que tomar. La oración siempre precedía al
actuar, como Jesús según nos narra el evangelista Lucas que siempre que iba
hacer algo pasa toda la noche en oración, ella se ponía a los pies del maestro
para no hacer su voluntad sino la de Aquel que la había llamado a servirle en
esta vida tan particular de contemplativa y de clausura.
El ideal de madre Pilar
era ser Jesús, quería parecerse al
Divino Maestro, quería ser la Gloria del Padre, muy bien sabía que un cristiano
está llamado a reproducir la imagen de Cristo, porque Él es la medida a la que
todo hombre tiene que llegar. Sabía que su misión era que la gente pueda ver a
Jesús en su vida, que lo que la gente necesita hoy más que maestros son
testigos que nos muestren a Cristo crucificado. Y la mamita se crucifico con el
Señor, tuvo siempre unos dolores de cabeza que la acompañarían y que los
llevaba con paciencia, tenía muy enfermas sus piernas que le impedían caminar o
ponerse de rodillas, pero como andariega de Dios nunca se detuvo, estuvo atenta
a lo que el Señor le decía o le anunciaba y como la Virgen María que después de
recibir el anunció del ángel Gabriel se puso en camino, ella se ponía en camino para hacer la voluntad de
Dios, frente a la poca salud que muchas veces tenía. Quería ser el lugar donde
su maestro encuentra las delicias donde deleitarse, ser el consuelo del corazón
herido de Jesús.
La mamita tenía un amor
muy grande a la Eucaristía, hasta el final de su vida comulga escribió en sus
apuntes: “mi comunión diaria no me
resigno a dejarla sin necesidad a no ser por obediencia”, sabía que la
Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana. Cuantas palabras hermosas
le diría a su Señor, cuanta una hermana que estuvo con ella en Abancay que
cuando rezaba parecía que no estaba en el lugar, estaba tan concentrada en la
oración que no había cosa que la distrajera. Madre pilar tenía una piedad muy
grande a la comunión pero jamás cayó en los rigorismos ni escrúpulos. Tenía
mucho amor a la liturgia por eso en sus comunidades se confeccionan ornamentos
preciosos que hacen digna las celebraciones.
Amó con una amor filial
a la Virgen María, de quien llevaba su hábito, cuenta una hermana que estuvo de
novicia en el Cuzco que les inculcaba un amor incondicional a la Madre del
Señor. En su recuerdo de toma de hábito regaló a la Virgen Niña, mucha devoción
le tenía a la Virgen, a ella se encomendaba para que por su bondad materna sus
deseos de santidad se realicen. La virgen como escribirá ella en el año mariano
es su Reina y Señora.
Como su madre fundadora
tenía una devoción muy grande a san José, a él le encomendó la construcción
material y espiritual de sus monasterios. Le escribió una novena circular en su
honor que pasa de hermana en hermana cada nueve días y nunca termina. Morirá
dos días antes de la fiesta de Papá José en plena novena, en cuantas cosas le
ayudó él que ella le tenía una gratitud muy grande.
SUS VIRTUDES
Para madre Pilar la
santidad era fe, esperanza y caridad así lo escribió un día de ejercicios
espirituales. Estas tres virtudes teologales se las regaló Dios y se le vieron
en su vida, fue una mujer de una fe extraordinaria, siempre confiada en Dios,
de una fe vivida que se vio en los momentos de enfermedad donde bendecía y aceptaba
con amor lo que Dios le había dado, sabía en quien había puesto su confianza;
una fe que le llevó hacer todo lo que hizo. Tenía la esperanza puestas en
Jesús, tenía la certeza de que le daría la gracia de poderlo ver cara a cara,
una esperanza que se mantuvo viva y que la tenía siempre feliz. Dios le dio la
virtud de la caridad que le llevó amarlo locamente, y amándolo a Él amó a los
hermanos, mucho amor mostró durante su vida, expresó su caridad de forma
palpable en su ayuda a los pobres en quien veía la carne de Cristo.
Era humilde, cuando se
equivocaba pedía perdón y trataba de remediar lo que había hecho, esa virtud
quería ver en sus hijas porque sabía que de esa manera se vence al demonio y al
amor propio que no permite que Cristo habite dentro de nosotros de manera
plena. Dice una hermana que una vez se equivocó y madre Pilar le corrigió y
ella no aceptaba, es una santa costumbre en el Carmelo que si una hermana se ha
equivocado pide en señal de humildad perdón besando el suelo, esta hermana le ganaba
el amor propio y no quería aceptar lo que decía la madre, entonces la madre
Pilar se arrodillo para besar el suelo y la hermana reaccionó, y le impidió a
la madre hacerlo, pidiéndole perdón por su comportamiento.
Era misericordiosa y
sabía perdonar con prontitud, no era resentida, contaba una de las hermanas que
una vez se puso un poco soberbia con ella, no le quiso obedecer y le contestó,
ella reflexionó y se acercó a la madre para pedirle perdón y dice que la mamita
le dijo: “de que me pide perdón no me acuerdo de nada, pero en fin hija te
perdona, adelante”. Era mujer que no guardaba en su corazón ofensas ni
desobediencias y solía decir “perdonar es
olvidar”.
En los tiempos en los
que tuvo que decidir, en la libertad de los hijos de Dios, por cual estilo de
vida iba llevar, que constituciones seguiría fue muy incomprendida por muchas
comunidades, decían que era la causante de la división del Carmelo en el Perú,
muchas de sus hijas le escribieron reclamándole por qué hacía eso, porque se
separaba de la orden, se le cerraron las puertas, pero ella no guardo rencor,
seguiría teniendo el mismo amor por sus hermanas, la caridad de siempre y jamás
se acordó de alguna ofensa que le vinieron a decir. Ella sabía que no se
separaba de la orden sino que seguía perteneciendo de la misma manera que
siempre lo hizo, que no cambiaba aunque cambien los tiempos y que la puesta al
día de la vida religiosa no era un conformarse al mundo sino ser de manera
plena luz para el mundo, viviendo del “sólo Dios basta”. Amó mucho a sus padres
carmelitas por quienes rezó hasta sus últimos días, pero que por circunstancias
de la vida habían tomado caminos diferentes pero que llevaban a la misma
dirección: Cristo Señor. Sabía muy que a través de las constituciones lo que se
quiere es amar de una manera determinada al Señor y dar la vida por la
humanidad porque “estase ardiendo el mundo”. Por eso cuando la santa sede
aprobó las dos formas de constituciones sabía que el Papa aprobaba dos formas
de amar al Señor, y ella quiso seguirlo amando como su santa madre fundadora lo
amó, porque como iba a cambiar una tilde de lo que con tanta luz del cielo
santa Teresa les había dejado, porque si fuera así el Carmelo ya no sería el
Carmelo que la santa madre había dejado sino una congregación moderna.
Era una mujer alegre,
siempre lo irradiaba en su vida, en las recreaciones hacia gozar a las hermanas
con sus ocurrencias, sabía que los cristianos viven la alegría de la
resurrección en el día a día de sus vidas y eso lo hizo en su convento. Quería
monjas alegras convencidas de lo que habían decidido, felices por la vida que
Dios les había regalado. Ella fue una mujer graciosa y muy atrevida en el decir
no le iba en absoluto el habla remirada y pietista y mucho menos la pedantería,
en una carta a una de sus hijas se deja ver este atrevimiento: “confíe, sea humilde y pequeñita, y Él hará,
a Él la gloria por los siglos, que nosotros somos una tira de sonsos”.
Tuvo conciencia de su propia miseria, ella
sabía que era pobre, que necesita de la ayuda de Dios porque era pecadora y sin
su gracia podía traicionarlo, esto lo deja ver en muchos de sus escritos: “Señor y Dios mío, que a mí, pobre criatura
con tantas faltas y pecados me habéis escogido para que sea toda vuestra”. Madre
Pilar es consciente de su indignidad frente a la elección de Dios por eso
siempre tendrá presente su pobreza para no creerse más que sus hermanas y no
robarle la Gloria a Dios. Sabiéndose pecadora le pide a María santísima que la
ayude a no caer en pecado y en su año santo le escribe: “Virgen Inmaculada, Reina y Señora mía quiero pasar tu año santo sin
cometer pecado mortal ni venial pero como soy débil y pecadora te encomiendo mi
deseo a tu bondad maternal”.
Era desprendida y generosa, en lo que podía apoyaba
a sus comunidades: en una ocasión tratando de compartir con el Carmelo de
Lircay escribe: “Hemos metido en esta
cajita poca cosa, pero todo nuestro cariño, y lo mejorcito que tenemos, aparte
recibirán la imagen de Papá José y el libro”. Y más adelante escribe: “voy a ver si también las meto un “pajarito”, y es de nuestra pobreza,
porque no estamos sobradas, ¡pero qué alegría compartir!”. Sabía ella que
más alegría hay en dar que en recibir y que Dios no hace faltar nada a quienes
saben dar sin mezquindad.
Tuvo paciencia y capacidad de sufrimiento en
muchas adversidades pero sobre todo en la enfermedad, como ya lo hemos
mencionado. Ella sabía que su vida, su salud, su enfermedad estaban en las
manos del Señor, y que en mejores manos jamás podrían estar.
Tenía la virtud de la enseñanza, que además
sabía muy bien era una de la obras de misericordia espirituales. Todas las
preocupaciones y dificultades de sus hijas encontraban eco en su corazón, pero
no admitía que ello fuera motivo para encontrar consuelo en las criaturas.
Procuro formar almas fuertes como su santa madre quería a sus hijas: “mujeres
no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones
fuertes”. Amó mucho las vocaciones y cuando alguna de las religiosas entraba en
crisis trataba de ayudarlas, tenía mucha solicitud por defender algo que el
Señor había llamado y que el demonio con sus engaños quería destruir; por eso,
decía con frecuencia que había que hacer hasta lo último por agotar todos los
recursos para salvar una vocación, que siempre se les tenía que tirar una tabla
de salvación. Dijo una hermana externa en cierta ocasión: “yo estoy todavía en
la vida religiosa gracias a la mamita, cuántas veces le dije que me quería ir,
con insistencia le molestaba, pero con su paciencia, discernimiento y firmeza
me sacó adelante”. En una carta que escribió a una hermana se deja ver esta
solicitud que tanto la caracterizo: “Bueno
madrecita mía, ya sabe cuánto he querido ayudarla en toda su vida religiosa,
eso no ha fallado nunca ni falla todavía”
El Señor le concedió una inteligencia poca
corriente. Sabía salir de las dificultades con ingenuo que dejaba asombrados a
quienes la veían actuar; en cierta ocasión cuando no tenía para pintar el monasterio
de Yurimaguas, el obispo le dijo que había leche en polvo pasada y que le daba
pena votarla, que no era justo, ella que amaba la pobreza pensó que esa leche
serviría como material para pintar el monasterio, así que se puso personalmente
hacer un preparado con la leche en polvo y otras cosas más y empezó a pintar
una pared, al ver que queda muy bien, junto con las hermanas pintó el
monasterio.
Tenía una correspondencia muy grande, le
llegaban consultas de todas partes que con gran sabiduría respondía, contaba
una hermana que una vez que fue a la oficina de la priora vio en la mesa de la
madre tal cantidad de cartas que ella dijo: yo, ni en un año podría hacer eso.
Pero esto nunca fue motiva para que madre Pilar se descuidara de la vida
ordinaria que tenía que llevar en su monasterio, siempre era la primera en dar
el ejemplo en todo, en la oración, en el trabajo.
FIDELIDAD A LAS CONSTITUCIONES
La madre María Pilar Jesús, fue una mujer que
desde el principio se enamoró del Carmelo, y vio todo lo que la santa madre
había pensado para sus hijas tan acabado y tan perfecto que no querrá cambiar
nada de lo que ella había dejado, por eso en el tiempo del post concilio, un
tiempo donde muchas voces decían de todo, se decidió a leer lo que la santa
madre Iglesia jerárquica decía en sus textos oficiales, ella veía que el
concilio no mandaba a cambiar las reglas y constituciones o hacerlas nuevas,
sino a volver a las fuentes. Mucho tiempo se dedicó a leer y con tanto acierto
ayudada por Espíritu Santo, decidió guardar aquello que había profesado “sin mitigación hasta la muerte”.
Un buen número de mujeres lucharon para guarda
esto que con tanto acierto del cielo santa Teresa había dejado a sus hijas. Ya
santa Maravillas en épocas de Pio XII con mucha audacia había defendido que no
reúnan en federaciones los carmelos, ella vivió los tiempos de confusión que se
vieron en la Iglesia después del concilio y sus hijas conociendo el pensamiento
de esta noble carmelita se lanzaron a defender el tesoro del Carmelo, siempre
tratando de no lastimar a nadie. Una de las hijas de madre maravillas que
tendría mucha comunicación con madre Pilar sería la sierva de Dios María Josefa
del corazón de Jesús, ella que como presidenta de la asociación de santa Teresa
era la encargada de hacer llegar a la santa sede el sentir de muchos carmelos
respecto a sus constituciones.
Es importante comentar aquí una cosa
necesaria, algunos extremistas echan la culpa al concilio de las cosas que
sucedieron en la época post conciliar y eso es una lectura errada de la
historia de la Iglesia, aquí paso algo más profundo que Benedicto XVI nos puede
explicar de una manera preciosa, dejémoslo a él que hable: “Quisiera ahora añadir todavía un tercer punto: Estaba el Concilio de
los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los
medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el
Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio
inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los
Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era
un Concilio de la fe que busca el intellectus, que busca comprenderse y
comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío
de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy
y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la
fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se
desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los
medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica
distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el
Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes
en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por
aquella parte que les parecía más conforme con su mundo. Estaban los que
buscaban la descentralización de la Iglesia, el poder para los obispos y
después, a través de la palabra «Pueblo de Dios», el poder del pueblo, de los
laicos. Estaba esta triple cuestión: el poder del Papa, transferido después al
poder de los obispos y al poder de todos, soberanía popular. Para ellos,
naturalmente, esta era la parte que había que aprobar, que promulgar, que
favorecer. Y así también la liturgia: no interesaba la liturgia como acto de la
fe, sino como algo en lo que se hacen cosas comprensibles, una actividad de la
comunidad, algo profano. Y sabemos que había una tendencia a decir, fundada
también históricamente: Lo sagrado es una cosa pagana, eventualmente también
del Antiguo Testamento. En el Nuevo vale sólo que Cristo ha muerto fuera: es
decir, fuera de las puertas, en el mundo profano. Así pues, sacralidad que ha
de acabar, profano también el culto. El culto no es culto, sino un acto del
conjunto, de participación común, y una participación como mera actividad.
Estas traducciones, banalización de la idea del Concilio, han sido virulentas
en la aplicación práctica de la Reforma litúrgica; nacieron en una visión del
Concilio fuera de su propia clave, de la fe. Y así también en la cuestión de la
Escritura: la Escritura es un libro histórico, que hay que tratar
históricamente y nada más, y así sucesivamente.
Sabemos en qué medida este Concilio de los medios de comunicación fue
accesible a todos. Así, esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado
tantas calamidades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios
cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada… y el verdadero Concilio ha
tenido dificultad para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual era
más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza real del Concilio estaba
presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la fuerza
verdadera que después es también reforma verdadera, verdadera renovación de la
Iglesia”.
En estas palabras de Benedicto XVI podemos
comprender el porqué de tantas cosas
después de la época conciliar, no fue el concilio sino la mala
interpretación del concilio, a muchas lugares llegó no el verdadero concilio
sino el concilio virtual, el concilio de los medios de comunicación y a partir
de ahí se quisieron hacer reformas de la vida religiosa que no estaban en el
espíritu de verdadero concilio. Esta luz le dio el Señor a la mamita para saber
cuál era lo correcto a seguir, y se ayudó de los consejos de muchas personas entre
ellas las madres de España, que eran dirigidas por eminentes teólogos, obispos
y cardenales de la santa madre Iglesia.
Madre Pilar llama en sus cartas a este tiempo
en el que se buscaba ver la mejor manera de guardar las santas leyes del
Carmelo “los acontecimientos de Ávila”, era una preocupación muy seria para
ella, buscaba sobre todo la unidad pero sin perder la identidad, por eso se
lamenta que gente de afuera se meta y escribe en una ocasión: “Es lamentable que se metan en esto los
seglares. Toda nuestra oración es para que nos unamos. Y que esta unión sea
para dar buen ejemplo. Yo encuentro bien el trabajo hecho sobre nuestras
constituciones”.
Madre Pilar se encontró con dos religiosas muy
santas que le ayudarán con su ejemplo a guardar las reglas y constituciones,
estas serían como ya hemos dicho la
madre Maravillas y la madre Josefa. Estas religiosas que amaban locamente
aquello que Dios les había puesto como medio de santificación, defenderían con
su propia vida aquello que había servido por más de cuatrocientos años y que hoy
no podía dejar de servir como medio para amar al Señor. Ellas querían ser
fieles a lo que santa Teresa había dejado, no querían poner ni una coma a aquello
que con tanta luz del cielo el Señor Inspiró a la santa de Ávila para sus
hijas. Vamos a poner algunos textos de ellas para poder ver con qué clase de
religiosas madre Pilar trataba, ahí se deja ver la espiritualidad tan profunda
y la vida tan santa que desean vivir estas dos religiosas tan queridas por la
mamita.
Algunos escritos que hablan del amor y la
fidelidad de santa Maravillas de Jesús al Carmelo teresiano: “Yo no dudo que todas lo aceptarán, siendo
cosa de nuestro padre, que más que nadie sabe las cosas de la santa madre…
Indudablemente, es muchísima mayor austeridad, que pasaremos buen frío, y da
devoción que, en estos tiempos de tanta ofensa de Dios, precisamente por buscar
los placeres, pida el Señor a sus carmelitas más penitencia”
“Estamos contentísimas, padre nuestro, con nuestra descalcez. Antes era una
vergüenza, y es hermosísimo con el entusiasmo que lo han recibido todas
nuestras comunidades”
“¡No, padre nuestro, no! ¿Cómo vamos a querer cambiar ni una tilde de lo
que nos dejó nuestra santa madre, si ello es todo tan perfecto, si nos va tan
bien con ello, si vemos que, si de veras lo siguiéramos, llegaríamos por ese
camino muy pronto a la perfección evangélica? Realmente, no cabe más por todos
los estilos que lo que ella, con tanta luz del cielo nos dejó”.
“¡Cómo nos ha dejado su carta! Esto será la destrucción de nuestra
amadísima e incomparable vida de carmelitas, que tanto costó a nuestra santa
madre y a nuestras antiguas conservar. Estamos pidiendo muchísimo y esperando
qué nos comunica el delegado”
“Estamos deshechas, como puede figurarse, pues esto ya no será el Carmelo
que nuestra santa madre, con inspiración del cielo, fundó y que tanto ayudaba a
las almas a santificarse, sino como una congregación moderna”
“Nosotras, padre nuestro, sólo podemos decirle que no queremos cambiar nada
de lo que nuestra santa madre nos dejó tan admirablemente dispuesto, procurando
mucho, desde luego, la reforma interior, para vivir cada día más nuestra vida
de verdaderas carmelitas descalzas, como lo desea y nos lo pide el concilio”
“Cuando iba a contestarles, llega el documento de Roma sobre la clausura,
que es la contestación a todas nuestras preguntas y deseos. Nos han concedido
poder seguir viviendo nuestras vida como deseábamos, es decir, como nuestra
santa madre nos puso, quitando, claro está, algunas cosas accidentales, que la
Iglesia ha dispuesto así”
“Estamos encantadas con los nuevos estatutos, y, si Dios quiere, todo será
igual, por más susto que nos llevamos. No podía el Señor permitir que, en el
año del doctorado de nuestra santa madre, la hirieran en lo más sensible de su
reforma. ¡Cuánto nos obliga el ser hijas de tan gran santa madre y qué
fidelidad en conservar tan precioso tesoro que tenemos!”
“¡Qué bueno ha sido el Señor con sus carmelitas, que, en estos tiempos de
tanta confusión, nos ha dejado una doctrina segura y verdadera, para seguir
adelante nuestra misión en la Iglesia y en nuestra vida escondida que tan
felices nos hace! Estamos muy firmes y unidas en nuestros deseos de conservar
lo que nuestra santa madre nos dejó y muy unidas en la oración de unas por las
otras, para que lleguemos a ser lo que ella esperaba de sus hijas.”
Dos textos que dejan ver la vida tan santa y
tan observante que esperaba la sierva de Dios María Josefa del Corazón de
Jesús: “Que sea un día de alegría y de
súplica a este madre incomparable que el Señor nos dio, para que nos haga hasta
el fondo como ella nos soñó a sus hijas, santas de cuerpo entero, para que
nuestra pobre vida se eficaz para llevar a este pobre mundo a Dios”
“El Señor ha permitido que depositen la confianza en estos momentos en tan
pobre sujeto, y siento la necesidad no de luchar por mí, que espero lo poco que
me quede de vida me dé el Señor su gracia para perseverar en la fidelidad que
un día prometí. Pero tenemos que luchar por toda esta juventud fervorosa y
ardiente que viene buscando una exigencia evangélica, que para eso dejaron todo
lo de placer y bienestar que podían tener en el mundo. Sería criminal
defraudarlas con medianías”.
Con este tipo de religiosas trató la mamita,
mujeres enamoradas de su vida religiosa, que no cedían a las tentaciones del
momento, sino que yendo en contra corriente con el mundo hodierno que ofrece consumismo
y comodidad, siguieron con puntualidad el pedido de los padres conciliares que
pedían a los religiosos en la Perfectae Caritatis “asidua oración y generosa penitencia” y no mezquina penitencia. Así
como ellas la madre Pilar huyo de la vida fácil y consumista, así como de todo
tipo de mundanidad espiritual, por eso, en sus carmelos escapaba de toda
conversación mundana o cualquier tipo de palabrería ociosa, que hacia posible
que entren las nuevas corrientes espirituales que alejaban a los religiosos de
lo esencia, de su vida metida en el corazón de Dios, ella vivió en sus
monasterios esa frase que dice: “Hermano o hablar de Dios o no hablar porque en
la casa de Teresa esa ciencia se profesa”.
La madre Pilar esperó con ansias el regalo de
Dios de las constituciones, que Juan Pablo II aprobó para un grupo de
carmelitas el 8 de diciembre de 1990, ella escribía en una carta enviada a
España: “Espero que llegue pronto lo
definitivo y nos pongamos pronto a guardarlo todo con amor”. Luchó para que
todas sus hijas no sean mezquinas en su vida religiosa, y sean fieles a santa
Teresa que antes de morir dijo a sus hijas, en el conocido testamento
espiritual: “Hijas mías y señoras mías
por amor de Dios las pido tengan gran cuenta con la guarda de las reglas y
constituciones, que si las guardan con la puntualidad que deben, no es menester
otro milagro para canonizarlas”, este testamento lo llevó en su corazón y
como buena hija lo quiso observar hasta su muerte.
EL TIEMPO DE ENFERMEDAD Y SU MUERTE
Estando todavía en
Abancay se puso mal, fue al Cuzco y allí, los médicos no estaban de acuerdo con
el diagnóstico, para unos se trataba de neumonía, para otros de pleuresía. Una
noche sufrió una tremenda taquicardia, parecía que iba a morir, ella dijo serenamente:
“creo que ha llegado la hora, estoy
tranquila aunque fuera del convento, si esa es la voluntad de Dios”, le
dieron la santa unción de los enfermos, estuvo en cuidados intensivos y cuando
mejoró, la llevaron a Lima. El médico le dijo: “Usted tiene la vida comprada,
porque nadie se salva de un trombo al pulmón y al corazón, y usted se ha
librado”, le recetó sus medicamentos y sanó.
El año 1983 estando ya
en Yurimaguas se puso mal, y fue a Lima, allí le diagnosticaron un quiste, la
operaron y le dijeron que el quiste era maligno, la mandaron que tomase treinta
días de baño de cobalto. La madre estaba preocupada porque había dejado en
Yurimaguas monjitas jóvenes; tenía fe que Dios le curaría y soportó con gran
fortaleza los treinta días de baño de cobalto, y aunque todos le aconsejaban
dejar Yurimaguas por el clima y regresar a Abancay, ella dijo: “ni pensarlo, están empezando religiosas muy
jóvenes y tengo que estar con ellas”; se regresó y estuvo allí nueve años,
haciendo vida normal de carmelita con todas sus exigencias.
Ya en Chiclayo en 1995
volvió a sentirse mal, sus hijas le rogaron que vaya al médico y ella aceptó;
vieron que tenía un tumor y había que extirparlo. La llevaron a Lima al
hospital de neoplásicas, no pudieron operarla porque ya estaba ramificado; los
médicos confesaron su impotencia ante tal metástasis, ella recibió la noticia
con un “bendito sea Dios, si así lo
quiere está bien”. No perdió nunca la serenidad y la alegría de siempre,
los médicos y las enfermeras quedaron edificados.
Le pronosticaron ocho
meses de vida, regresó a su convento el 8 de Octubre de 1995, contenta, alegre
y animando a todas; a su llegada cataron el “Te Deum”, y comenzó su vida normal
asistiendo a todo, participando en todo, haciendo olvidar a sus hijas que
estaba enferma.
El día 2 de febrero de
1996 recibió el sacramento de la unción de los enfermos en el comulgatorio,
quería estar prepara para su encuentro con el Señor, quiso recibirlo en un día
de fiesta, las monjitas sufrían pero ella les levantaba el ánimo; a los ocho
meses comenzó a debilitarse, le costaba caminar. En silla de ruedas asistía a
todos los actos de la comunidad, ni un solo día dejó de asistir a la Santa Misa.
Los dolores se le fueron intensificando, pasó la cuaresma de 1996 entre
intensos dolores; desde su silla de ruedas presidió los oficios, el jueves
santo quiso servir en el refectorio como es costumbre entre las carmelitas, haciendo
un esfuerzo sobrehumano lavó los pies a las religiosas, y se sintió muy feliz
de hacerlo porque decía que era la última vez. El viernes y sábado santo
asistió a todos los oficios; el día de pascua las religiosas fueron a
felicitarle a la puerta de su celda, dicen que fue sorprendente verla cómo
cantaba el “ALELUYA”.
En cuanto cesaban los
intensos dolores, reanudaba su tarea de hacer rosarios, su correspondencia y
demás trabajos; incluso pintó un cuadro y escribió la crónica de San Jerónimo
en la computadora. En los días de fiesta parecía que el Señor la reconfortaba
con un descanso en sus dolores, en la navidad de 1996 escribió y encuadernó con
mucha ilusión y alegría el librito de cantos navideños para todas las hermanas.
La noche buena participó en la Eucaristía con gran fervor, después de la
jornadilla estuvo con las hermanas hasta las dos de la mañana.
Luego ya no pudo ir al
coro porque no podía estar sentada; participó de la Santa Misa con un audio que
colocaron en su celda; la madre supriora le llevaba la comunión a diario. El
día 9 de enero recibió de nuevo la unción de los enfermos estando ya en cama,
el 10 le dio una taquicardia paroxística, vino el cardiólogo a ponerle una
inyección y le dijo: “con esto reacciona el corazón o sé para del todo”.
Reaccionó muy bien. Ya en el recreo comentó: “a estas horas ya hubiera estado en el cielo ¡Qué fácil y bonito es
morir con el corazón! ¿Qué será morir de dolor?, pero lo que Dios quiera, estoy
entregada para lo que Él quiera”.
Cuando sus hijas de los
diferentes monasterios le escribían manifestándole su dolor les contestaba
siempre animándolas; les escribía con una serenidad y una paz impresionantes;
les decía: “¿Mi salud? ¿Mi enfermedad?...
¡adelante! No lo dudo, pero Dios la lleva en sus manos y no hace más que lo que
tiene que hacer, y siempre, siempre lo hace bien ¿Por qué inquietarnos? Vamos
seguras en sus manos. Pidan para que yo y todas realicemos sus designios con
toda exactitud y Él pueda glorificarse en nosotras. Lo demás qué nos importa,
por eso, tranquilas. Si vivimos; vivimos para el Señor y si morimos; morimos
para el Señor; porque en vida o muerte somos del Señor ¿Mejor suerte?
¡Imposible! ¡Aleluya! Pidan para que este ánimo crezca y esta fe se aumente en
mí y en todas mis hijas hasta el último aliento. Con esto no necesitamos
más”.
Necesitaba suero y no
podían ponerle, porque se le reventaban las venas. Llegó el 7 febrero, cumplió
los ochenta años, ese día no tuvo casi dolores, disfrutó de la fiesta que le
hicieron sus monjitas. Llamaba la atención que, con tantos y tan fuertes
analgésicos, su mente siempre estaba lúcida, su ansia de rezar el oficio divino
era tan grande que no dejó de rezarlo ni un día, cada una y todas las horas
canónicas hasta el 8 de marzo en que ya no pudo sostener el breviario en sus
manos.
El 28 de febrero se
agravó. Llamaron al padre capellán y al médico. Estaba muy deshidratada. El
médico intento ponerle un abbocet pero no pudo. El 3 de marzo le pusieron
catéter, después de hacerle sufrir mucho lograron ponerle el suero y toda la
medicación.
El día 5 de marzo se
puso bien, se juntaron las religiosas a su alrededor, empezó a hablarles de su
muerte y del cielo con una gran paz y tanta alegría que todas quedaron
entusiasmadas, les dijo: “manténganse
siempre unidas, abandónense en las manos del Señor, no estén tristes, desde el
cielo haré más por vuestras caridades, sean muy fieles al Señor, Él es
demasiado bueno”; y cada hermana iba pidiendo lo que necesitaba para ser
mejor.
Esa noche solicitó el
viático para que todo estuviera ya preparado. Al día siguiente el padre Agapito
Muñoz celebró la Santa Misa en la habitación de la madre, y allí renovó las
promesas del bautismo y contestó a todo con fervor, también recibió la
indulgencia plenaria con la bendición papal. Cuando salió la comunidad dijo: “Gracias Dios mío, ya todo está listo,
completo”, y se sintió feliz. Comulgó hasta el último día. El padre
Agapito, capellán del monasterio, le llevaba con mucha caridad la comunión a
diario; aunque la madre ya no podía hablar, escuchaba y hacia señas de que
comprendía lo que le decía. Miraba fijamente el crucifijo y lo besaba con mucho
fervor.
El 15 de marzo Monseñor
Ignacio, obispo de Chiclayo, entró a la clausura y le dio la bendición del
camino y oró en silencio junto a ella.
El 17 de marzo al
amanecer le había subido la fiebre y respiraba con dificultad, a las 10:00 a.m
entraron Monseñor Jesús Moliné, preconizado obispo coadjutor de Chiclayo, y el
padre Hilarión Rubio, ambos le dieron la absolución y la bendición. Se reunió
toda la comunidad, rezaron la recomendación del alma, se entonó la salve y al
terminar expiró, eran las 11:13 a.m. Su rostro quedo lleno de tanta paz, que
daba devoción el mirarla; la amortajaron y la pusieron en una hermosa caja
blanca que le obsequiaron. Las hermanas jóvenes la pusieron en sus hombros y
todas la llevaron al coro cantando “al cielo, al cielo yo iré”.
En la reja del coro
estaban esperando todas las amistades y los familiares llorando. Luego
empezaron las misas, los sacerdotes que tanto la querían, en cuanto se
enteraron vinieron a celebrar. Al día siguiente, lo mismo; a las 4:00 p.m.
concelebraron dos padres carmelitas que vinieron de Trujillo. El funeral estaba
programado para las 5:00 p.m., pero fue más tarde por el retraso del avión en
el que viajaba Monseñor Irizar y una sobrina de la madre que venía desde
España; en cuanto llegó Monseñor, celebró la Santa Misa e hizo el funeral, las
hermanas la llevaron en los hombros turnándose, cantando y rezando a hasta
cementerio del monasterio.
FRUTOS DE LA OBRA EVANGELIZADORA DE MADRE PILAR
“No estén tristes,
desde el cielo haré más por vuestras caridades”, estas palabras proféticas de
madre Pilar se han cumplido a lo largo de todo este tiempo desde que ella
partió al cielo, donde está con Aquel a quien tanto amó aquí en la tierra.
Cuando madre Pilar estaba enferma y a punto de morir le hicieron pedido de algunas
fundaciones, el arzobispo de Piura para Piura y el de Chachapoyas para
Chachapoyas, fundaciones que no pudo realizar; la misma fundación del Callao
que hemos nombrado más arriba ya no la pudieron ver sus ojos, pero estamos
seguros que desde el cielo ayudó con una manito en esta obra que al morir llevó
en su corazón.
Aparte de la fundación
del Callao, siete monasterios más han fundado sus hijas en algunas partes del
Perú y en el extranjero, y dos están por hacerse en este V centenario del
nacimiento de santa Teresa de Jesús y pronto a cumplir los 25 años de la
aprobación de las constituciones que el Papa Juan Pablo II aprobó y que estos
monasterios profesan. Así tenemos que:
Las madres carmelitas
descalzas del monasterio Nuestra Señora de la Paz y san José de Chiclayo, donde
reposan los restos de madre Pilar, han fundado el monasterio del Sagrado Corazón
de Jesús y san José en Pimentel - Chiclayo y el monasterio de la Inmaculada y
San José en Iquitos.
Las madres carmelitas
descalzas del monasterio de santa Teresita del Niño Jesús de Lircay han fundado
el monasterio de san José y santa Teresa de Jesús y Manchay - Lima y el
monasterio de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús en Nápoles – Italia.
Las madres carmelitas
descalzas del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y san José de Pimentel han fundado el monasterio de san
José de Tacna.
Las madres carmelitas
descalzas del monasterio de la Virgen del Carmen de San Jerónimo han fundado el
monasterio de la Divina Misericordia y san José en Cumbres Mayores – España.
Las madres carmelitas
descalzas del monasterio de san José de Abancay están en plenas fundaciones de
un nuevo Carmelo en el vicariato apostólico de Jaén y las madres carmelitas
descalzas del monasterio de la Sagrada Familia del Callao están planes de
fundar un nuevo Carmelo en la diócesis de Chachapoyas.
Además muchas religiosas
de los diversos monasterios están yendo a apoyar a los diversos carmelos de
España, que tienen poco personal y que están a punto de cerrar. Así podemos
decir que la aventura que Dios emprendió por medio de madre Pilar hoy sigue en
pie dando muchos frutos para la mayor Gloria de Dios, la santificación de los
sacerdotes y la salvación de las almas.
La mamita desde el
cielo sigue ayudando a sus hijas tratando de cumplir con la promesa que hizo
antes de morir, de hacer desde el cielo más por ellas, ella la incansable hija
de la santa andariega de Andalucía sigue acompañando a sus hijas en este obra
de evangelización, en este servicio de hacer presente al mundo cual es lo más
importante. Seguros de que madre Pilar por su vida de amor y servicio ha sido
premiada por Dios por ser una servidora buena y fiel, le pedimos que siga
ayudando a este Perú que aprendió a amar y a todas sus hijas para que sean
fieles hijas de Teresa de Jesús y defiendan aquello que han profesado sin
mitigación hasta la muerte.
EPILOGO
"Yo no conocí, ni
vi, a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra—escribiría años
después la egregia pluma de fray Luis de León—, más agora, que vive en el
cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí,
que son sus hijas y sus libros..." Cuatro siglos más tarde, sin perder un
ápice de su vigencia, muy bien podemos hacer nuestras las palabras del insigne
agustino.
Madre María Pilar de
Jesús, era una de esas hijas que como un espejo dejaba ver en su vida y obra a
la santa fundadora del Carmelo, una hija muy fiel que jamás quiso poner o
quitar algo de lo que su santa fundadora les había dejado y que con su vida
mostró el modelo perfecto de un carmelita.
“La andariega de los
andes peruanas”, así podríamos llamar a la madre Pilar por todos los ajetreos
que tuvo en su vida carmelitana sobre todo el tiempo de las fundaciones que la
hacían ir de un lado a otro. Que enamorada esta de Dios y de su vocación por
eso nunca busco ser entendida al contrario sabía que aunque el mundo no
entiende a las monjas de clausura las necesita, necesita de la oración y el
sacrificio de una carmelita que sostiene la vida de los cristianos; tampoco
trato de acomodar su vida religiosa a la mentalidad de este mundo porque con
san Pablo sabía que si lo hacía desvirtuaba la cruz de nuestro Señor
Jesucristo. Sobre esto coincidió tanto con el Papa Pablo VI que dirigiéndose a
los cistercienses en 1968, afirmaba: “Vuestro testimonio es cierto, no todos lo
perciben porque la vida contemplativa se acerca tanto al misterio de Dios, que
el mundo no lo entiende, no hagáis por tanto esfuerzos para ser de alguna manera
comprendidos por los hombres, porque esto tal vez os conducirá a pérdidas
deplorables, sed lo que sois, y Dios cuidará de que la luz brilla ante los
hombres”.
Las hijas espirituales
de la Madre María Pilar continúan hoy el camino de santificación que ella les
enseñó diariamente durante los 43 años que vivió en el Perú. Todas ellas saben
que es un modelo acabado de carmelita descalza, entregada dócilmente a la voluntad
del Padre. Seguir sus huellas conduce a puerto seguro. Primordial en la vida de
la vida de la Madre Pilar fue el empeño que puso siempre en defender firmemente
el legado de Santa Teresa de Jesús, –que ella tan bien conoció y vivió– pues sabía
de los peligros que podía haber al intentar “adaptarlo” o “modernizarlo”.
Siempre tuvo muy presente lo que escribió la Santa en “Las Fundaciones” (Cap. 29,
32): “Miren que por muy pequeñas cosas va el demonio barrenando agujeros por
donde entren las muy grandes. No les acaezca decir “En esto no va nada, que son
extremos”. ¡Oh hijas mías, que en todo va mucho, como no sea ir adelante”.
"No es fácil ser cristianos. Hace falta
valentía y tenacidad para no conformarse a la mentalidad del mundo, para no
dejarse seducir por los señuelos a veces poderosos del consumismo, para
afrontar, si fuera necesario, incluso incomprensiones y a veces hasta
verdaderas persecuciones". La vida de la mamita es un testimonio no sólo
para las carmelitas sino para cualquier cristiano, por eso al ver su vida y todo
el bien que Dios ha hecho por medio de la madre Pilar, consideramos que no es
justo que su vida no sea conocida, o peor aún que su recuerdo llegara a
extinguirse; es necesario que ya no pertenezca sólo a la clausura de sus
hermanas sino que sea conocida en toda la Iglesia y este es el motivo por el
que he escrito las maravillas que Dios ha hecho en su vida.
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