jueves, 9 de julio de 2015

BREVE BIOGRAFÍA DE MADRE MARÍA PILAR DE JESÚS

MADRE MARÍA PILAR DE JESÚS


INTRODUCCIÓN

La vida contemplativa es el alma de la vida misionera, esto es lo que nos quiso señalar el Papa Pio XI cuándo declaraba a santa Teresita del Niño Jesús patrona universal de las misiones, una monja que sin salir de su clausura tenía su corazón en los lugares donde iban los misioneros, ella con su oración y sacrificio sostenía las misiones de innumerables hombres y mujeres que dejaban sus lugares para ir a anunciar a Cristo con el objetivo de hacerlo reinar en el corazón de todos los hombres.

Esta era la intensión de Santa Teresa de Jesús, cuando fundó los carmelos descalzos, poder apoyar con la oración y el sacrificio a aquellos que estaban encargados de llevar la doctrina cristiana. Así desde España surgió una gran misionera, hija de Teresa de Ávila que vendría al Perú a reformar el Carmelo de Cuzco y que desde ahí fundaría muchos más carmelos al estilo que la santa andariega fundaría en Palencia – España. Madre María Pilar de Jesús, conocida por sus hijas como “la Mamita”, ha sido una misionera oculta en el corazón de Jesús, que ha ayudado mucho en la evangelización del Perú y que ha dejado muchos frutos que hoy se extienden por muchas regiones del país y fuera de él.

Quisiera que en esta breve biografía se conozca a una mujer, de la que algunos obispos han dicho que es del porte de Teresa de Jesús y de quien han recibido consejos para su ministerio. Una mujer que como veremos más adelante no sólo se dedicó a la oración sino que en tiempos muy difíciles, ayudo a los pobres sin salir de la clausura, sin caer en la ideologización del mensaje evangélico y sin romper las reglas que su santa fundadora puso para los carmelos y que ella defenderá con su propia vida durante los tiempos difíciles del post concilio.

Una carmelita que no tuvo miedo a nada ni a nadie por hacer que Cristo reine en el corazón de los hombres y que su vida no es sólo un tesoro para el Carmelo del Perú sino para toda la Iglesia que peregrina en este país, una vida que debe ser conocida y honrada, un ejemplo de santidad que debe ser llevado a los altares.

SU HISTORIA FAMILIAR Y LOS INICIOS DE SU VIDA RELIGIOSA

Madre María Pilar Rodríguez nació en Valladolid (España), el 7 de febrero de 1917, en el seno de una familia profundamente cristiana de sólidas virtudes morales y religiosas. Fue la segunda de seis hijos: Luz, Pilar, Ricardo, Fidel, Luis y José Andrés. Al nacer Pilar, don Ricardo su padre que esperaba con ansias e ilusión un hijo varón, no pudo contenerse y muy contrariado dijo: “¡echadla al techo!”, con el tiempo llegó hacer su hija más querida, la predilecta.

Fue educada en un colegio de madres Dominicas Francesas, supo asimilar sus santas enseñanzas. No le costó adaptarse al género de vida del colegio; alegre, traviesa y simpática, se hacía querer por todas las personas de su entorno. Terminados sus estudios le encomendaron la atención de la familia; los padres y hermanos atendían un establecimiento grande que tenían en el paseo Zorrilla. Pilar con la ayuda de una empleada, con generosidad y olvido propio, se hizo cargo de todo; se multiplicaba para atenderles deseando tan sólo el bienestar y la felicidad de los suyos, adivinando sus pequeños caprichos, para tenerlos contentos.

Su gran deseo era entregarse al Señor, ser carmelita en el monasterio de Valladolid, donde ya habían ingresado dos amigas suyas. Sus padres tenían un dolor muy grande por la muerte de su hijo Fidel a causa de la guerra; la herida era reciente y esperaba que se cicatrizase un poco, pero el Señor apremiaba en su corazón, y Pilar confío su secreto a su santa madre, suplicándole que hablase con don Ricardo, pues conociendo el carácter de su padre temía su oposición en aquellas circunstancia. Doña Consuelo sabía el inmenso amor que el padre profesaba a su hija y las veces que había comentado que pilar era imprescindible e insustituible. Cuando doña Consuelo comentó a don Ricardo el asunto de la vocación de Pilar, no la dejó ni terminar, se enojó mucho y no quiso oír más, encerrándose en su silencio. Pilar veía que su padre sufría y que evitaba encontrarse con ella.

Viendo que era imposible obtener el permiso paterno, un día que don Ricardo se encontraba enfermo se atrevió a entrar en su dormitorio y plantearle el asunto de su vocación, lo único que consiguió fue el llanto de su padre y le escucho decir: “haz lo que quieras, pero no cuentes conmigo”. Con el dolor grande de ver sufrir a su padre, pero impulsada por el Señor, se fue al Carmelo de Valladolid a solicitar su entrada, las plazas estaban llenas y le aconsejaron que solicitase en Palencia. Así lo hizo, la aceptaron y quiso ingresar de inmediato. Antes de la partida en su casa se arrodilló ante su padre para pedirle su bendición, él un poco contrariado le dijo: “También voy yo”; arreglaron las cosas y al día siguiente viajaron a Palencia, don Ricardo manejaba el carro sin decir palabra alguna; llegados al monasterio salieron las madres al locutorio, entonces don Ricardo se acercó a la reja y dijo a la madre priora: “les dejo lo que más quiero en el mundo”; se dirigieron a la puerta reglar y pilar abrazó a su padre y a sus hermanos, todos lloraban, mientras ella se mantenía serena.

Se entregó a su nueva vida con un gran fervor, tuvo la gracia de encontrar una priora santa, que supo encauzar esa naturaleza ardiente por el camino de la santidad; descubrió cuanto podía sacar de esa alma generosa que el Señor ponía en sus manos; lo hizo con suavidad y energía exigiéndole todas las virtudes que la santa madre quería ver en sus hijas. Pilar con obediencia, humildad y disponibilidad se aprovechaba de todo. Recibió el santo hábito el 1 de enero de 1942, emitió sus votos temporales el 2 de enero de 1943 e hizo la profesión solemne el 2 de enero de 1946.

CUZCO

Las madres carmelitas de monasterio de santa José de Cuzco, buscaban vivir con mayor perfección la vida de carmelitas que la madre Teresa de Jesús había dejado a sus hijas, así que pidieron al padre provincial de la orden Gregorio de Jesús crucificado que con ocasión de su visita a España consiguiera dos madres de uno de los conventos fundados por la santa de Ávila, para que trayendo al Cuzco las reglas, constituciones y costumbres puedan realizar así el tan anhelado deseo de vivir la vida carmelitana tal cual la vivió su santa fundadora.

En principio venían dos monjas del monasterio de san José de Ávila, el primer Carmelo fundado por santa Teresa pero las cosas se complicaron porque había falta de personal y algunas hermanas se enfermaron; no obstante, la Providencia Divina que nunca se equivoca, puso en el camino a las madres del Carmelo de Palencia fundado también por las misma santa de Ávila. Aquí aceptaron con generosidad el pedido que hacían las madres del cuzco y dos hermanas se pusieron a disposición: María Pilar de Jesús y Regina del Carmelo, quienes respectivamente vendrían como priora y supriora.

Salió de su monasterio con la aprobación de sus superiores y de su comunidad sin medir el sacrificio de dejar su patria, su comunidad y su familia, adentrándose en lo incierto y desconocido; convirtiéndose así en misionera oculta en el corazón de Jesús. Llegó al Cuzco el 3 de mayo de 1954, junto a madre Regina. Cuentan algunas hermanas que cuando llegaron hubo fiesta en el pueblo, los colegios las recibieron con banda de músicos y globos. Para las madres del Cuzco era toda una fiesta, el sueño tan esperado había llegado, por fin conocerían de primera mano cómo se vive la vida del Carmelo, tal cual la dejó santa Teresa.

Comenzó así la vida de Madre Pilar, en un convento que por más de cuatrocientos años había vivido de la mejor manera posible la vida del Carmelo, cabe mencionar una cosa importante, hasta esa fecha los carmelos que estaban en el Perú, no habían recibido jamás de primera mano las reglas y constituciones de las carmelitas descalzas. Las fundaciones hechas en el Perú, no habían sido realizadas por monasterios que, por decirlo así, tenían la línea directa de la tradición de los carmelos teresianos, por eso en algunos monasterios años más adelantan vendrán monjas de España para hacer una especie de reforma, que acomode la vida que hasta hora se llevaba en los monasterio del Perú a la vida de los monasterios que vivían con la mayor perfección posible el tesoro heredado por la santa de Ávila.

La madre Pilar fue la primera en venir al Perú a traer, como don de Dios para las carmelitas descalzas, la vida tan hermosa que se vive en los carmelos españoles; así comenzó su obra de reforma en el Carmelo de san José de Cuzco. Se cuenta que cuando llegó madre Pilar una de las cosas que más le sorprendió fue la distinción tan marcada entre las hermanas de coro y las legas, las primeras se encargaban de la oración y de la costura fina, mientras que las segundas se dedicaban a la cocina y los trabajos pesados, de tal manera que no asistían al coro para la oración comunitaria. Fue una de los trabajos más grandes que le tocó al inicio a madre Pilar, ella cada día iba a buscar a las hermanas legas a la cocina para llevarlas al coro porque les costaba trabajo ir a rezar con la comunidad, esto lo hizo constantemente hasta que logró que toda la comunidad este junta en la oración de las horas marcadas por la Iglesia.

Otro trabajo emprendido por madre Pilar fue la vida de pobreza y austeridad que exige la misma vida del Carmelo y que tanto deseo santa teresa para sus hijas como lo manifiesta en el camino de perfección, en el cuzco encontró que las hermanas tenían muchas cosas para su vestir u objetos particulares, cosa que no está permitido según las reglas del Carmelo, pues se vive de lo necesario y todo se pone en común para la vida de comunidad. Algunas hermanas tenían cinco hábitos y madre Pilar fue poco a poco haciéndoles entender que eso no estaba acorde con el voto de pobreza que habían profesado; así que las hermanas se fueron desprendiendo de sus cosas y entregando todos los objetos particulares que les habían regalado a madre Pilar, para que ponga en común las cosas con todas las hermanas; muy presente tenía ella aquellas palabras de su santa fundadora que quería que sus hija lo vivan con perfección: “En ninguna manera posean las hermanas cosa en particular ni se les consienta, ni para comer, ni para el vestir, ni tengan arca, ni arquilla, ni cajón, ni alacena, si no fueren las que tienen los oficios de la Comunidad, ni ninguna cosa en articular, sino que sea todo en común, Esto importa mucho, porque en pocas cosas puede ir el demonio relajando la perfección de la pobreza”.  

Se cuenta que cuando empezó madre Pilar a pedir que las hermanas entreguen sus cosas una hermana se había escondido una caja de chocolates, madre Pilar que tenía grandes dotes de virtud y discernimiento sobrenatural, pues la gracia de Dios se los dio, veía durante la recreación que está hermana estaba triste, así que siempre le preguntaba si tenía algo, y la hermana les respondía que no, hasta que cierto día madre Pilar le dijo: “hija no me siga engañando usted tiene algo, por favor dígamelo”; la hermana un poco temerosa le dijo que le gustaban los chocolates y madre Pilar le dijo que no había problema que por eso no tenía que entristecerse que mandaría a comprar chocolates para que coma y la hermana le dijo: “no madre es que cuando usted pidió que entreguen las cosas yo me escondí una caja de chocolates y la tengo en mi cuarto”, madre Pilar con mucho caridad le dijo: “hija no te preocupes trae caja de chocolates y la repartimos con todas”. La hermana quedo muy contenta desde ese momento.

Una de las cosas que más les costaría a las hermanas de Cuzco sería el carácter de madre Pilar, pues como buena castellana era una mujer de gran temple con una voz que  ensordecía, pero madre Pilar no es que fuera iracunda sino que los españoles a diferencia de los peruanos tienen un forma de ser distinta, los peruanos somos más susceptibles a una corrección que en realidad es una constante de amor por la persona corregida. Pero madre Pilar a pesar de todo era muy querida, sus hijas del Cuzco pronto entendieron su forma de ser y se dejaron llevar por el camino que ella quería marcar y que había aprendido de sus santos fundadores.

Mucho bien hizo a su paso por el Perú, vino por tres años pero tan cariño le tenían sus hijas del Cuzco, que pidieron las hermanas a la comunidad de Palencia que no se la quitarán, que la dejarán por mucho más tiempo en este Perú que tanto la necesitaba. Se dice que cuando madre Pilar tenía ya dos años algunas comunidades del Perú habían pensado en pedirla a Palencia para que vaya a sus monasterios a llevar las santas costumbres que junto a madre Regina habían implantado en el Cuzco, por eso las hermanas teniendo miedo que se las quitasen, escribieron muchas cartas al monasterio de Palencia para que se quedará como monja conventual del Cuzco. Madre Pilar, también había visto de Dios quedarse en el Perú por eso escribirá a su priora el deseo de quedarse definitivamente en Perú y los santos deseos que la movían a hacer dicha petición: “ muy reverenda y amadísima madre: desconfiada de mí y confiada en la misericordia infinita del Señor y en la bondad de vuestras reverencias y de mi querida comunidad, acudo a los pies de vuestra reverencia y de todas mis veneradas madres y hermanas suplicándoles que acepten mi petición de pertenecer en lo sucesivo a esta comunidad del Cuzco – Perú en la seguridad de que no me mueven a ello sino los siguientes motivos: el deseo unánime de esta comunidad, mi anhelo de practicar la santa pobreza evitando posibles gastos de viaje y mi intensión de sujetarme a la estabilidad a que estamos obligadas las carmelitas descalzas”.

Madre Pilar tenía el don del entendimiento, era de verdad una monja muy sabia y muy amante de la vida que Dios le había regalado al profesar en el Carmelo teresiano, las líneas que hemos leído dejan ver su profundo conocimiento de la vida de pobreza y el don de la clausura que había profesado y que hoy en algunos lugares por el activismos y el consumismo están muy venidas a menos. Así esta noble misionera de clausura, con la gracia de Dios logró el permiso de su comunidad para quedarse en Perú, aunque las puertas de su monasterio, como le escribían sus hermanas de Palencia, quedaban siempre abiertas para ella. Madre Regina al terminar el periodo de tres años regreso a España, su compañía fue de gran ayuda para madre Pilar, siempre la recordaría y la estaría muy agradecida.

Madre Pilar se dio cuenta de algo muy importante, que en Perú habían muchas vocaciones, ella no podía desaprovechar este regalo que Dios daba a esta tierras, así que hizo todo lo posible por recibir a muchas de las chicas que golpeaban las puertas del monasterio. La dote, que era el pago que daba la postulante para poder entrar en el convento no fue ningún problema para la madre, ella hizo todo lo posible para que entren chicas de toda clase social, sabía que en la Iglesia no existen clases sociales, sino hijos de Dios, y surgieron muchas vocaciones que le permitieron fundar muchos carmelos y  que también son ayuda para otras que tiene escases de vocaciones. Más adelante hablaremos de algo que por amor a las vocaciones tuvo que hacer en la fundación de Abancay y que ha dado muchos frutos no sólo para el Carmelo sino también para otras congregaciones religiosas.

Amaba mucho los tres votos que había profesado: obediencia, pobreza y castidad. Ella hablaba de los votos como de la triple valentía del hombre que ofrece a Dios una exquisita fidelidad frente a los tres grandes enemigos que al hombre acechan y frente a sus perversas tendencias; así los describía ella: “obediencia contra el demonio y los honores, pobreza contra el mundo y las riquezas y castidad contra la carne y los placeres”. Madre Pilar sabía la importancia que tiene la obediencia en la vida religiosa, ella la vivió con mucha alegría durante su formación en Palencia y a lo largo de toda su vida religiosa incluso de priora, sabía que este voto le asemejaba a Cristo obediente y quiso que sus hijas la practicaran con toda la  perfección posible. Amaba locamente el don de la pobreza por eso muchos de sus monasterios, sobre todo el de Yurimaguas tuvieron este espíritu, un espíritu querido por la santa fundadora de Ávila, casas pobres quería ella para que cuando se caigan no hagan bulla, porque las casas de los verdaderos pobres cuando se caen no hacen bulla. La pureza era algo que cuidaba mucho, siempre decía a sus hijas que con la virtud de la castidad hay que ser exageradas, pero con esto no caía en consideraciones pietistas y timoratas, lo que ella buscaba es que el alma tenga una mejor vivencia de las cosas de Dios.

Madre Pilar se robó el corazón de sus hijas, se ganó con su ejemplo el respeto de las monjas que a lo largo de su vida vivieron con ella, por eso en los monasterio donde estaban sus hijas, aquellas a las que recibió y formo le llamaban con cariño, “la mamita”, apelativo que hasta hoy se escucha en todos los monasterio que ella fundó o los que sus hijas fundaron después de su muerte. Una cosa muy importante que hay subrayar es que la madre Pilar al venir al Perú implanto todas las costumbres que se vivían en el monasterio de Palencia, se menciona esto porque aunque los monasterios de santa Teresa tienen las mismas reglas y constituciones, tienen distintas costumbres, no son las mismas las que se viven en Palencia, que las que se viven en san José de Ávila o en Alcalá de Henares.

Madre Pilar llevó todas las santas costumbres que trajo de Palencia a todas sus fundaciones y las fundaciones que han salido de sus monasterios han hecho lo mismo, por eso podemos decir que madre Pilar después de su muerte aún sigue presente en espíritu ayudando a cada uno de los nuevos conventos que se han fundado y que se seguirán fundando. En cierta ocasión, la mamita, al referirse a las santas costumbres de Navidad que se viven en los monasterios que ella estaba fundando en Perú escribe a Palencia: “En estos días de Navidad hemos realizado una por una las santa costumbres de nuestro inolvidable Palencia. La kandela de navidad, la jornadilla pidiendo posada, las coplillas de cada una – según la suerte de adviento -, la priora de inocentes, la entrada de la santa madre en la noche de inocentes con su bienvenida, el Tedeum hasta el noviciado el día 29 con sus correspondientes bombas y cantos, el alepé los tres días correspondientes, la fiesta de las ocho menores y los reyes con sus regalitos y la despedida del Niño en la recreación de la noche con la tira de los últimos dulces… ¿Ven como no nos hemos olvidado de nada?  Y esto en todos nuestros conventos, sin dejar ni uno solo”.

Por lo que podemos ver en lo que deja escrito madre Pilar es una mujer muy observante, una mujer que quiere vivir con la mayor perfección posible todo lo que en el Carmelo había encontrado y que le había servido como camino de santificación y el medio por el cual ama a Jesús, el Divino Esposo, como ella le llamaba. Esto se verá años después cuando después en los tiempos tan confusos del post concilio se verá obligada a tomar una decisión determinante sobre la vida que habían de llevar los carmelos que había fundado.

ABANCAY

Pasados nueve años de su llegada a Perú, después de haber estado de priora en tres trienios, fue elegida la madre Rosa del Inmaculado Corazón de María, ella había recibido sus santas enseñanzas y quería que muchas almas se aprovecharan de su doctrina. Por este tiempo Monseñor Alcides Mendoza, obispo de Abancay, pidió con insistencia una fundación en sus diócesis, y así lo hicieron, madre Pilar fundó el Carmelo de Abancay el 29 de junio de 1964, este Carmelo empezó con siete religiosas profesas, cinco de Cuzco y dos de Ayacucho; aquí aprendió mucho pues tuvo serias dificultades, especialmente económicas y en la dirección de la construcción.  Fue la misma madre Pilar quien hizo los planos, ciertamente con la ayuda de un arquitecto y un ingeniero, puso toda la atención posible en la construcción del primer piso para después con la ayuda de Dios poder continuar junto con el maestro de obras con el resto de la construcción, ya sin la necesidad del ingeniero, pues no tenía el suficiente dinero para poder pagarle y, de esta manera, economizaba para poder pagar a los obreros. Las hermanas trabajaban acarreando bloquetas, arena y agua, y ella iba a la cabeza animando a todas con alegría.

Así iba avanzando la construcción del monasterio; al mismo tiempo se preocupaba por la edificación espiritual del nuevo Carmelo, por eso, iba enseñando a cada una de las hermanas las virtudes que se quieren en una religiosa aunque en medio de las dificultades que tenían por la estrechez de la casa en que provisionalmente vivían. Una de las dificultades que vivieron especialmente fue la pobreza, porque todo el dinero, ya sea fruto de las labores o de las limosnas era para la construcción del nuevo Palomar de la Virgen. El alimento lo esperaban de la caridad de las madres del Cuzco y de la gente buena, que les llevaba con mucha alegría. Se cuenta que un día no tenían ni un pan para comer, las monjitas se lo dijeron a madre Pilar y ella dijo: “esperemos en Dios”, al instante se presentó en el torno un niño con un pan y dijo: “madrecita tome pan, regale una estampita”, se le dio la estampa y minutos después todos los niños de la escuela se presentaron con un pan por una estampita, la tornera dijo alegre: “¡madre ya tenemos pan!”, y lo celebraron. Al día siguiente, después de la Misa, se encontró una bolsa de pan en el torno, alguien que se enteró de la situación que pasaban las madres la pondría.

Para esta construcción el principal proveedor fue san José a quien la madre trataba con mucha familiaridad y con mucho respeto a la vez, ella le ponía una alcancía delante para que trajese lo necesario, habían días que llegaba el viernes y no se veía solución para pagar el sábado a los obreros, pero el sábado san José le traía de cualquier parte lo necesario para dar el justo salario a los trabajadores que tenían que llevar alimentos a su familia. Las madres del Cuzco enviaban continuamente dinero, con frecuencia fruto de la venta de sus alfombras incaicas, joyas y obras de arte, también la familia de madre Pilar mandaba ayuda económica desde España.

Madre Pilar se encontró con muchas cosas en Abancay, que le permitirían actuar con gran prudencia para el bien de muchas almas. Al igual que en el Cuzco ayudó a cada una de las hermanas, pero este convento tenía algo especial, era nuevo, por eso se hicieron el propósito de hacerlo igual al de Palencia en lo que se refiere al espíritu de la reforma. Muchas cosas pasó madre Pilar, se enfermó y tuvo que viajar a Cuzco y Arequipa para seguir sus tratamientos. Aquí cogería una íntima familiaridad con las carmelitas de Arequipa que ya había empezado desde el Cuzco, mucho ayudaría espiritualmente a estas hermanas.

Cuando madre Pilar estaba aún en Cuzco, se encontró con una realidad que le llegaría al corazón, las hermanas de ese comunidad preparaban una olla de comida para repartir a los pobres que llegaban a tocar las puertas de su convento, cierto día madre Pilar al salir al médico por su delicada salud, se encontró con estos pobres que pedían comida, pero los vio en una condición que le dolió en lo más profundo y desde ahí sería una constante preocupación para ella. Los pobres iban con tarros, latas y cosas poco dignas a recibir la comida que con tanta generosidad les preparaban las hermanas y que una señora les repartía con cariño, así que madre Pilar al ver todo esto dijo que no se podían quedar indiferentes y que había que ayudarlos y darles de comer en condiciones más dignas, por eso hizo acondicionar algunas salas y las dividió del monasterio haciendo así un comedor para los pobres. De esta nueva obra de caridad se hizo cargo la hermana Natividad que era una hermana lega del monasterio, esta hermana sintió en fono de su ser que el Señor le llamaba a esta forma especial de vida así, podríamos decir, ella se convirtió en la primera carmelita externa que el Perú tendría.

Esto se haría eco en Abancay, madre Pilar ha pensado desde el principio en poner un comedor para los pobres, así que desde el inicio consideró un espacio para dar de comer al hambriento y de beber al sediento, estas palabras por las que el Señor nos juzgará a cada uno de nosotros. Una de las siete fundadoras la madre Celina del Niño Jesús vio del Señor la llamaba a esta vocación especial de salir de la clausura para encargarse de los pobres, madre Pilar con la sabiduría que le caracterizaba y después de muchas consultas y teniendo como antecedente, en el Carmelo de Dijon en Francia, esta peculiar vocación dentro del Carmelo, solicitó un rescripto de la Santa Sede que autorizara salir a la hermana al Externado. Ahí comenzaría una aventura que tendría muchos frutos.

Madre Celina siempre bajo la guía de madre Pilar a quien quiso mucho, inició una labor de caridad muy grande, ella quería ser la caricia de Dios para los pobres y enfermos. Su actividad fue muy intensa pero Dios lo quiso así. Se cuenta que un día muy temprano que llovía copiosamente la madre Celina que había salido al mercado se encontró en el parque "Micaela Bastidas" a un pobre, tendido en el suelo. Ella notó que el hombre estaba enfermo y que no tenía fuerzas para levantarse pero el Señor le pedía en su interior que no lo abandonara así que como pudo lo cargó y lo llevó hasta la puerta del Monasterio. Ahí pidió agua caliente y lo aseó en la misma portería, vistiéndolo con ropa limpia; luego lo acomodo con frazadas en una caja de madera. El hombre está totalmente llagado y con heridas malolientes.

Madre Pilar se preocupó también por este hermano pues madre Celina le contaba todo lo que pasaba fuera como buena hija suya y a quien le debía obediencia, ella le mando que hablara con el prefecto de la ciudad para ver qué podía hacer con aquel hermano dolorido. El Prefecto viendo la situación, ofreció a madre Celina el antiguo hospital, ruinoso y en pésimas condiciones. Madre Celina, armada de fuerzas y de paciencia, limpió el lugar y preparó una habitación digna; por la tarde acomodó a su mendigo en un catre viejo. Asistió al hombre hasta sanarle las heridas y más tarde, también le daría cristiana sepultura.

El amor de madre Celina, de madre Pilar y de todas las hermanas del monasterio de Abancay va en aumento. Madre Celina reúne a los pobres que encuentra en sus salidas: en los parques y rincones de Abancay, donde duermen al sereno. Este esfuerzo titánico también lo comparte y lo vive Monseñor Enrique Pélach, por esa razón, él viaja a Lima y tramita con la beneficencia pública la donación, al menos de una parte del viejo hospital de Abancay. Así nace el "Hogar de ancianos" que fue inaugurado el 27 de Abril de 1973 con la bendición del señor nuncio apostólico monseñor Luigi Poggi. Desde esta fecha, el "Hogar de ancianos" se encuentra casi siempre lleno. Los ancianos son atendidos con la más fina caridad cristiana acompañados por las hermanas externas y las aspirantes del monasterio de san José Abancay. Ellos viven en familia y los que aún tienen fuerzas ayudan a los que no pueden; se les brinda ayuda en su salud corporal y espiritual.

El amor que madre Pilar tenía por las vocaciones, como ya lo hemos dicho antes, era muy grande. Ella al ver la situación que el Señor había suscitado en madre Celina se dio cuenta que iba necesitar ayuda porque no podría llevar el trabajo ella sola, ni siquiera con la ayuda de las religiosas del Externado. Por ello piensa en el aspirantado. La verdad es que ya desde 1968 hay jovencitas con inquietud vocacional, que se acercan al monasterio y que hablan con madre Pilar; ella les aconseja que acudan desde sus casas y que alternen el trabajo con los ancianos ayudando a las madres externas y sus estudios de secundaria hasta su ingreso en el Carmelo; pronto madre Pilar manda a madre Celina que prepare una habitación para ellas, porque desean con ansias ya desde muy jovencitas consagrarse a Dios, y así ella podría custodiar su vocación desde cerca. Madre Celina se convirtió así en la primera formadora del aspirantado, ella formaba a las jóvenes en la vida espiritual y humana, y cada noche madre Pilar salía al locutorio para hablarles de Dios, de la vida cristiana y de la vocación a la vida consagrada, dándoles al final de cada noche su bendición. Por ese aspirantado han pasado más de 100 vocaciones de monjas carmelitas, y de otras congregaciones religiosas, ahora diseminadas por varias partes del mundo.

SAN JERÓNIMO

Terminado el edificio y la iglesia, llegaron muchas vocaciones tan rápido que pronto ocuparon todas las plazas que permiten las leyes del Carmelo: veintiuna monjas. Como seguían viniendo jovencitas, se pensó en una nueva fundación. Un día las visitó el señor obispo de Abancay, ya entonces Monseñor Enrique Pélach y las monjas comentaron con entusiasmo la idea de fundar un nuevo Carmelo, para lo cual querían permiso para ir a Tacna ya que Monseñor Oscar Cantuarias había solicitado una fundación; se quedó su excelencia pensativo y dijo: “tantas necesidades como tenemos, si la hacen en nuestra diócesis les regalo el terreno y les hago la casa”, la explosión de alegría fue general, todas aceptaron con entusiasmo y gran fe la nueva fundación.

Así que junto con Monseñor Pelách, fue la mamita a ver los terrenos para hacer la nueva fundación, el obispo les presento un terreno en el Valle del Cumbao en San Jerónimo pero no les gustó mucho entonces fueron a visitar otros terrenos en Andahuaylas y Talavera, al no gustarles tampoco estos sitios regresaron al primer lugar y empezaron con la obra.

Madre Pilar que ya había aprendido mucho en la fundación de  Abancay se puso ella misma a hacer los planos, cuando llegó el primer donativo de Adveniat viajó para ponerse de acuerdo con el maestro de obras. Madre Pilar, al Igual que santa Teresa de Jesús y que santa Maravillas de Jesús que viajaban para mirar directamente las obras de sus fundaciones, viajaba constantemente con muchas incomodidades, muchas veces en camión para vigilar los avances de la obra, ahí corregía o daba algún aporte conforme iban avanzando las obras. Una vez que se terminó de hacer el primer piso decidió que era necesario vigilar de cerca las obras del segundo piso para que no se cometieran algunos erros de los cuales después había que lamentarse.

Así se emprendió el viaje de las fundadoras al nuevo monasterio que pondrían bajo el título de la Virgen del Carmen, cuatro hermanas fueron a una casita de catequistas que el obispo les había dado provisionalmente, madre Pilar iba a la cabeza de esta fundación y se quedaría ahí hasta las obras estén en buena parte terminadas. El día 15 de octubre de 1976, muy temprano salieron el resto de las hermanas fundadoras del monasterio de Abancay, fue una despedida muy significativa, pues en el Carmelo las separaciones siempre cuestan pero sacrificarse por el Señor lo es todo muy poco; ya en San Jerónimo les esperaba el obispo, el capellán, y algunos padres carmelitas que habían venido de Arequipa. Se comenzó con la santa misa y luego con la procesión del Santísimo sacramento hasta la Iglesia del convento donde se bendijo cada uno de los espacio donde iban a vivir estas hijas de Teresa para inmolarse por la salvación de las almas pues ese era su mayor deseo como el de su santa fundadora: “mil vidas diera por salvar una”

Así comenzó la vida del nuevo Carmelo de San Jerónimo, en esta comunidad no habían cinco profesas solemnes para poder hacer elección de la priora que quedaría en esta nueva fundación, así que el obispo en comunión con madre Pilar, nombra a madre Manuela María de la Cruz como presidenta de la nueva comunidad. Madre Manuela fue recibida por madre Pilar en el noviciado del Cuzco y se la llevó a la fundación de Abancay, ella sería una gran ayuda en las futuras fundaciones que se iban hacer.

Una vez terminada la elección por parte del obispo de la priora que dirigiría el nuevo monasterio, madre Pilar quedo libre para regresar al convento de Abancay, cuentan algunas hermanas que cuando madre Pilar dejó san Jerónimo parecía que les arrancaban algo de su corazón, se quedaron muy tristes pues su madre del alma se iba. Pero la mamita no las dejaría solas, ella desde Abancay las seguiría ayudando y cuando había necesidad viaja a San Jerónimo para ayudarlas, se dice que cuando madre Pilar llegaba había fiesta en el monasterio de la Virgen del Carmen del Valle del Cumbao y cada una de las hermanas conversaba con ella pidiéndole ayuda espiritual. Madre Pilar con su vida de entrega total se convierte en ejemplo de vida para las hermanas, en madre espiritual para muchas y será como la columna en la cual se sostendrán todas sus comunidades.

La vida del Carmelo vuelve a su normalidad, madre Pilar sigue de priora en Abancay, es importante mencionar aquí a tres personas muy importantes en la vida de la mamita y que la quisieron mucho. Hablamos primero de monseñor Pélach, él encontró ya a la mamita en Abancay cuando llegó como obispo de ahí, se enamoró de la vida del Carmelo pero sobretodo de la caridad que tenían con los pobres, madre Pilar se convertirá en una hija muy querida de este pastor quien dijo de ella muchas veces que se parecía a santa Teresa de Jesús. Cuentan las hermanas que una vez las fue a visitar al monasterio, ya la madre estaba en Chiclayo, y les dijo: “ayer he visto a la mamita”, las hermanas sorprendidas le dijeron pero monseñor la mamita está en Chiclayo y él les respondió que al ver la película de santa Teresa que protagoniza Concha Velazco, se había dado cuenta que la madre Pilar era así, que era del porte de su santa fundadora. Monseñor Pélach hoy está en proceso de beatificación, madre Pilar en su camino se cruzó con muchos santos obispos, sacerdotes y religiosas como lo veremos más adelante.

Otra persona que se encontró con ella fue el padre Giovanni Salerno, fundador de los siervos pobres del tercer mundo, tuvieron una amistad espiritual muy grande, él quería mucho a la madre. Se dice que la mamita ayudo espiritualmente al padre Giovanni cuando lo necesitaba, en tiempos muy difíciles; mucho consejo recibió de ella cuando estuvo de priora en Abancay , pasaron muchas horas en el locutorio y muchas cartas se cruzaron los dos. El padre Salerno siempre ayudó a todos los conventos que la mamita había fundado, en muestra de gratitud a esta religiosa que le ayudó a descubrir los caminos a veces duros por los que el Señor nos quiere llevar

Una persona que aunque no tuvo contacto físico con la madre Pilar pero fue de mucha ayuda en su vida espiritual, sobre todo en los tiempos del post concilio, fue santa Maravillas de Jesús. Contaba madre Pilar que cuando santa Maravillas pasó por Palencia, la comunidad no pudo verla porque su visita fue rápida y sólo estuvo un momento en el locutorio, pero por algunos informes que se nos han dado sabemos que la mamita tuvo contacto a través de alguna carta con madre Maravillas de Jesús, cuantas cosas se dirían pero al parecer las cartas no existen, en el camino de las fundaciones se han perdido. La relación que la madre tuvo con madre Maravillas y sus hijas fueron decisivas en la posición que tomó ella respecto a las constituciones que sus conventos decidieron profesar. Se dice que ahí donde hay un santo hay otros, será importante leer con detenimiento la vida y obras de madre Pilar para descubrir que es un gran modelo de santidad.

Pasado unos años de la fundación hecha en San Jerónimo el monasterio de Abancay se volvió a llenar, las madres pensaron en una nueva fundación debido a la afluencia de vocaciones que golpeaban las puertas del monasterio para ingresar. Se volvió a pensar en Tacna y hablaron con Monseñor Cantuarias quien les comunicó que había sido nombrado Arzobispo de Piura y que había que esperar un poco a que se instale  bien en su nueva diócesis para poder hacer la fundación tan querida por él pero ahora en tierras norteñas.

YURIMAGUAS

Mientras las hermanas pedían a Dios para que se realizará pronto la propuesta del arzobispo de Piura, monseñor Miguel Irizar, vicario apostólico de Yurimaguas en Loreto se apareció en Abancay pidiendo una fundación para su vicariato, el Papa le había aconsejado que lo mejor que podía hacer en su misión era llevar una comunidad de monjas contemplativas. Monseñor Tagliaferri, nuncio apostólico de su santidad en Perú, aconsejó a monseñor Irizar que si quería carmelitas para su misión que las fuera a buscar a Abancay y así lo hizo. Una de las cosas que le propuso monseñor a la madre Pilar es que las madres franciscanas de María iban a dejar la misión y con ello un colegio que estaba en buen estado lo cual podría servir para el nuevo monasterio, esto hacia más fácil la fundación respecto a las dos anteriores. Madre Pilar viajo a Yurimaguas acompañada de  madre Rosa y vieron el colegio y les encanto, a su regreso lo contaron a la comunidad y se pusieron en marcha para la nueva fundación, la primera en selvas peruanas.

Pero surgió un problema, las hermanas franciscanas decidieron no dejar la misión, monseñor Irizar se lo comunicó a madre Pilar pero le dijo que tenía un terreno donde se podría construir el nuevo monasterio; madre Pilar volvió a viajar pero esta vez con madre Celina, le gusto el terreno y monseñor Miguel le propuso que vivieran en una casa pastoral, que sería como un convento provisional, mientras se avanzaban las obras del nuevo monasterio. Madre Pilar regresó a Abancay les contó todo a las hermanas y se pusieron a preparar las cosas para la nueva fundación, la ropa que se prepararía iba a ser un poco más liviana de la que se usaba en Abancay y San Jerónimo, por el clima de Yurimaguas.

Madre Pilar con 65 años se fue con siete religiosas el 16 de Octubre de 1982, como obsequio al centenario de la santa madre Teresa de Jesús. El clima tropical y el inicio de una comunidad le hicieron desplegar su gran fortaleza, dando ánimo y alegría a las hermanas que iban con ella; las hermanas que se quedaron en Abancay sufrieron un arranque terrible, la madre también sufrió por estas separaciones en una carta se dejan entrever esos sentimientos: “Las separaciones son muy dolorosas, pero todo sea para la mayor Gloria de Dios”. Sus ardientes y animadoras cartas a todas sus comunidades las mantendrían siempre unidas.  

Mientras vivían en la casa provisional madre Pilar guía las obras del nuevo monasterio de Yurimaguas, poco a poco se fueron avanzando las obras hasta que el 7 de agosto de 1983 vino el nuncio apostólico a pedido de monseñor Irizar para inaugurar el nuevo monasterio, se hizo una misa de acción de gracias en la catedral y luego en procesión partieron llevando en hombres las imágenes de la Virgen del Carmen, de san José y santa Teresa hacia el nuevo palomar de la Virgen. Monseñor Irizar quiso mucho a las madres, le ayudo mucho, les trajo muchas cosas para el nuevo monasterio. La casa se acabó de construir el año 1986 con la ayuda de numerosas personas, y entidades religiosas.

Madre Pilar al igual que con las dos anteriores fundaciones se preocupó de los pobres así que fue al consejo municipal a pedir que le cedieran unos metros de terreno al costado del monasterio, el municipio le regalo los metros requeridos y monseñor Irizar ayudo a la mamita en la construcción del “comedor san José”, que en el año 1987 empezó a funcionar y donde los pobres encontraban alimento y cobija. También en Yurimaguas se abrió el aspirantado, obra que muy buenos frutos estaba dando.

Yurimaguas fue un lugar nuevo para madre Pilar, era el primer monasterio en selvas peruanas y el único hasta su muerte. Desde aquí seguiría ayudando a sus hijas y a otras comunidades. Aquí se enfermó de cáncer, enfermedad que la acompañará hasta su muerte, ella llevó la enfermedad como un regalo de Dios, y esta no será impedimento para que siguiera con su obra fundacional, tres monasterios le seguirían a la fundación de monasterio de san José de Yurimaguas.

LIRCAY (HUANCAVELICA)

Cuando la madre Pilar aún estaba en plena fundación del monasterio de San Jerónimo, monseñor Demetrio Molloy le pidió con insistencia a la mamita que hiciera una fundación en su diócesis de Huancavelica, madre Pilar sabía que no se podía hacer otra fundación porque la comunidad estaba joven; ella siempre solía decir que cuando una comunidad es joven no es conveniente hacer fundaciones porque es forzar mucho a la comunidad, así que había dicho al obispo que esperará un tiempo, monseñor Molloy también se lo pidió con insistencia a monseñor Pélach, quien bromeando le dijo que después de la fundación de San Jerónimo mandaría a las peorcitas. El obispo de Huancavelica guardó en su corazón la promesa, que después que la comunidad tenga el personal suficiente irían a fundar a su diócesis; pasados once años monseñor Demetrio ya estando la madre Pilar en el joven monasterio de Yurimaguas, le pidió que hiciera la fundación que desde hace años le venía pidiendo. Madre Pilar habló con madre Manuela que era priora en el monasterio de la Virgen del Carmen de San Jerónimo para que esa comunidad hiciera la fundación que le estaban pidiendo, madre Manuelita que es una hija fiel de madre Pilar y que desde su ingreso recibió sus santas enseñanzas, recibió la noticia con gran alegría y como si este deseo de madre Pilar fuera una orden se puso en marcha.

La mamita quiso ir a ver personalmente los terrenos y viajó junto con madre Manuela y la hermana María del corazón de Jesús, a quien recibió personalmente en el noviciado de Abancay. La madre quería ver donde se podía hacer el nuevo monasterio, ya en Huancavelica se enfermó y le dio una taquicardia que la obligó a regresar sin poder ver el lugar donde se haría el nuevo palomar teresiano; ya no podría seguir personalmente esta fundación, pero a pesar de ello apoyó a las hermanas con sus consejos y direcciones. En 1989 se fundó el nuevo monasterio de Santa Teresita del Niño Jesús, ella estaría presente en espíritu y siempre que la comunidad la necesitaba se hacía presente con sus cartas que señalaban alguna directriz para el bien de la comunidad. Madre Manuela viajó personalmente a Yurimaguas, porque madre Pilar ya no podía subir a las alturas, para que hiciera los planos del nuevo monasterio, ella con gusto los hizo. La comunidad de Huancavelica será una comunidad muy amada por madre Pilar, su deseo de ayudarlas e ir a estar con ellas estuvo siempre, en 1994 escribió una carta a la comunidad de Lircay donde se dejan ver esos santos deseos: “La aseguro que si no fuera porque ya no puedo ir a la altura, ahí las hubiera visitado hace tiempo, para ayudarlas en cuanto hubiera estado en nuestras manos. Dios no lo quiere y me resigno, segura de que el Señor suple con creces”.

Madre Pilar sería también mamá, titulo con él se despedía al final de sus cartas, de esta nueva comunidad, les ayudó intercediendo ante el obispo de Huancavelica para que les terminase de hacer su monasterio. Ella siempre se escribió con Monseñor Molloy, él la quería mucho, veía en ella a la santa fundadora de Ávila. Es importante mencionar que Monseñor Demetrio es otra persona importante en la vida de madre Pilar, tuvieron una relación de padre e hija muy edificante. La mamita se encontraría en su camino con otro hombre que murió en olor de santidad, que su vida estaba impregnada del buen olor de Cristo y que toda ella sería un “ya no vivo es Cristo quien vive en mí”.

CHICLAYO

El día 4 de febrero de 1985, el santo padre Juan Pablo II bendijo en la ciudad de Trujillo una preciosa imagen de Nuestra Señora de la Paz,  el católico pueblo de Chiclayo la había llevado al encuentro del Papa, quien al bendecirla y mirarla exclamó: “esta imagen merece un monasterio –y corrigiéndose continuó- un santuario”. El señor obispo de Chiclayo monseñor Ignacio María de Orbegoso lo escuchó, el pueblo lo escuchó y se decidió: “La Virgen de la Paz tendrá un santuario y un monasterio”.

Monseñor Ignacio, pidió a madre Pilar que se hiciera cargo de la fundación del monasterio, ella estaba de priora en Yurimaguas y desde allí organizó el viaje para ver el lugar donde iba a ser el nuevo Carmelo, dos hermanas de Abancay viajaron con la mamita. La madre habló con el obispo para ver que le proponía quien le comunicó que las obras del santuario ya estaban avanzadas. Hacia 1987 se comenzaron las obras del monasterio, con dinero que había enviado “Adveniat”, madre Pilar con las debidas licencias viajó con algunas hermanas desde el año 87 al 91 para ver el avance de las obras.

Se pensó que para el 26 de mayo de 1991 se podría inaugurar el santuario y el monasterio, así que nueve hermanas de san José de Abancay llegaron a Chiclayo, mientras madre Pilar viajó de Yurimaguas con una compañera. Las madres canonesas alojaron a las madres carmelitas hasta el día de la fundación, llegado el día hubo misa en la capilla de las madres Irlandesas y procesión hasta el monasterio, estando en el monasterio el obispo de Chiclayo les preguntó: ¿qué es lo que piden?, a lo que con fervor respondieron: “Vivir en este monasterio de Nuestra Señora de la Paz y San José nuestras vidas de carmelitas descalzas en clausura, oración y penitencia tal como lo estableció nuestra madre santa Teresa de Jesús para el bien de esta diócesis de Chiclayo y de toda la Santa Iglesia de Dios” y el obispo con alegría respondió: “con el auxilio de Dios Nuestro Señor y la intercesión de Nuestra Madre María Santísima incorporamos a las hermanas Carmelitas descalzas en nuestra diócesis de Chiclayo” y todas respondieron: Amén.

Comenzó así la vida del Carmelo, madre Pilar era conventual de Yurimaguas y ayudaba a las dos comunidades, Dios le daba mucha fortaleza y sobre todo don de gobierno. Le preocupaba mucho porque tanto la comunidad de Yurimaguas como la comunidad de Chiclayo querían que la madre se quedará en sus comunidades, ella sabía que las dos comunidades eran jóvenes, además las vocaciones que nacían en la selva eran de una mentalidad muy distinta que hacían que el trabajo de formación sea más arduo. Madre Pilar quería que todas sus hijas sean observantes, fieles a las reglas y constituciones que la santa madre Teresa de Jesús había dejado y Yurimaguas no podía ser la excepción, pero todo lo dejó a la Providencia Divina, en las manos de su Señor que lo hace todo bien, esta certeza siempre la acompañó en toda su vida religiosa por eso en una ocasión escribiría: “Yo estoy ahora aprovechando mi título inmerecidísimo de esposa, que lo que yo no puedo, lo tiene que hacer Él, que para eso es Esposo, y qué bueno, qué fiel, qué Magnifico Esposo, qué bien me hace lo que yo no puedo”.

En 1992 a petición de la comunidad de Chiclayo que la eligió priora, se quedó ahí, madre Pilar seguirá con la conclusión de las obras de dicho convento y como siempre confiaba en que Dios les proveería todo lo necesario para la casa de la Virgen. Se cuenta que como era importante poner la puerta y la reja para la clausura, madre Pilar dijo que había que hacerlo de una vez pero alguien le respondió que no había plata y la mamita dijo que tenía cien soles y le dijeron que con cien soles no había ni para chinchetas y madre Pilar les dijo: ¡Confíen!, y entonces le llegó una carta al monasterio que al abrirla se dio cuenta que contenía cinco mil trecientos dólares, que le sirvieron para colocar la puerta reglar y la reja del locutorio.

HUANCAYO

Monseñor Emilio Vallebuona, se había enamora de la vida que las carmelitas descalzas llevaban, habló con monseñor Molloy para que hicieran una fundación en la arquidiócesis de Huancayo, ese era el sueño de este obispo que no lo pudo ver realizado porque murió. Monseñor Demetrio habló con madre Manuela que era la priora de Lircay en Huancavelica sobre la fundación en Huancayo que con la muerte de monseñor Emilio no se detuvo sino que siguió adelante, quedó como administrador apostólico monseñor José Rios, que luego se convertiría en el arzobispo de dicha sede y que en su periodo se llevaría adelante la nueva fundación.

Madre Manuela comunicó a madre Pilar el pedido que hacían de la nueva fundación y muy contenta animó a la madre a seguir adelante, ella ya no podría seguir directamente esta fundación, pero con sus sabios consejos y directrices dirigiría esta nueva obra. Para esta fundación que se inició en 1993 irían algunas hermanas de Lircay y algunas de Yurimaguas.

Muchas dificultades  encontrarían las hermanas en esta fundación pero madre Pilar estaría siempre presente con sus consuelos, animándolas a que sigan adelante. Les dieron una casa ya hecha que las hermanas han ido arreglando poco a poco y que sigue floreciendo hasta hoy con la ayuda de Dios.

Madre Manuela era priora de Lircay, la madre Pilar le aconsejó que fuera a la nueva fundación pues ahí haría mucha falta, su ayuda sería necesaria para esa comunidad tan joven que comenzaba; como buena hija y sabiendo que el discernimiento de la mamita era bueno, se fue al nuevo monasterio de san José de Huancayo, donde ha sido de mucha ayuda.

CALLAO

Aún estaba todavía madre Pilar de priora en Yurimaguas cuando 1989 el Papa Juan Pablo II nombró a monseñor Miguel Irizar como obispo coadjutor del Callao; monseñor Irizar se había enamorado de la vida del Carmelo, y se fue triste dejando a sus hijas en Yurimaguas. Desde el primer momento pensó en llevarlas al Callao, pero había que esperar, él no era el titular de la diócesis, mucho lo conversaría con madre Pilar, ellos serían el alma de la fundación que hicieran sus hijas de Yurimaguas después de su muerte. Se piensa que no se debería considerar a madre Pilar fundadora del monasterio de la Sagrada Familia del Callao, pero si hacemos una división justa podríamos hablar de fundadores próximos y remotos y consideraríamos que las hermanas venidas de Yurimaguas y que dirigirían la obra son las fundadoras próximas, mientras que madre Pilar fue la fundadora remota.

La mamita estando en Lima por su delicada salud, coincidió con madre Manuela y cuatro hermanas más, algunas que también estaban ahí por salud; ellas junto con monseñor Irizar fueron a ver el lugar de la posible fundación; estuvieron en el santuario de la virgen del Carmen de la Legua donde monseñor quería que se haga el Carmelo pero el lugar era muy pequeño y había mucho ruido para la vida de silencio que exige la vida contemplativa, así que buscaron otros terrenos donde se pudiera hacer la casa de la Virgen, donde tanto se ama al Señor y se sacrifica por la salvación de los hombres. A la mamita y a monseñor les pareció bien un terreno ubicado en el ex fundo Oquendo, donde dejó enterrando una medalla de san José, para que cuidará del terreno y lo consiguiera como propiedad de las carmelitas para hacer su nuevo monasterio.

Así madre Pilar puede considerarse en cierta manera fundadora de este Carmelo que seguro desde el cielo ayudó en sus inicios y que sigue ayudando y que ve con alegría. Monseñor Irizar quiso mucho a la mamita, dice él también que se parecía a santa Teresa de Jesús, que era mujer entregada a Dios, una carmelita completa, que lo hacía todo para la Mayor Gloria de Dios y la salvación de las almas.


APOYO A LAS COMUNIDADES DE AREQUIPA, MOLLENDO - ICA Y JULIACA

Madre Pilar tuvo una familiaridad muy bonita con las carmelitas de Arequipa, que haría posible que se ayudaron mutuamente. Cuando madre Pilar tuvo que ser intervenida por una trombosis en el pie estuvo hospeda en el Carmelo de santa Teresa. La mamita ayudaría con su consejo a esta santa comunidad, tuvo algunas hijas espirituales que con la licencia de su priora les escribían cartas pidiendo consejo o ayuda espiritual.

Las madres carmelitas descalzas de Arequipa le pidieron a la mamita que les ayude en la fundación que harían en Mollendo, que fuera con las hermanas pero ella no podía porque se encargaría de la fundación de Abancay y de todas las que hasta ahora hemos mencionado. Según nos han contado madre Pilar ayudó con los planos de la nueva fundación y con algunos consejos que eran importantes para la nueva comunidad. La fundación de Mollendo por problemas de la humedad tuvo luego que cambiarse a Ica, madre Pilar seguiría ayudando a esta comunidad aun en el nuevo lugar al que se habían trasladado.

La comunidad del Cuzco también organizó otra fundación en Juliaca, madre Pilar que era la madre del alma de esta comunidad  ayudó también con sus consejos y direcciones en esta nueva fundación, ella misma hizo los planos del monasterio que sería idéntico al de San Jerónimo. Algunas hijas suyas que habían estado con ella en Cuzco fueron a esta nueva casa.

Ya entrados los años 90 madre Pilar vieja y enferma no dejará su caridad infaltable para ayudar a estas dos comunidades. Por ese tiempo le llegaron cartas de estas comunidades que le pedían apoyo, la comunidad de Ica estaba al borde del cierre y Juliaca, tenía a las madres priora y supriora enfermas, la comunidad de Yurimaguas se puso a rezar, pero madre Pilar con esa solicitud que le caracteriza se puso de acuerdo con todas sus comunidades para ayudarlas. Desde el Principio dijo ella que no iba como reformadora ni como mandamás de ningún sitio, ella dijo que iría con sus hijas a ayudar, a obedecer y a santificarse en su servicio.

Una vez organizado todo el 2 de Marzo de 1990 viajó personalmente a ayudar a las hermanas de Juliaca y de Ica, dice ella que “fueron días de hermosa fraternidad carmelitana”, estuvo en Ica, conversando con cada una de las hermanas y una vez de dejar todo listo, emprendió su viaje a Juliaca donde sus hijas no querían que vaya, pero fue y una vez dejando las indicaciones necesarias para el buen funcionamiento de dicha comunidad, esperando que todo este arreglado y marchando regresó a Yurimaguas.

Madre Pilar al ver la crisis que había en muchos monasterios a falta de vocaciones y a pedido de algunas comunidades, con la ayuda de los manasterios que había fundado empezó a enviar a religiosas a España. Mucho lo pensó la mamita porque sabía que la cultura y la forma de ser eran distintas a las de los peruanos, así fueron dos hermanas al monasterio de Palencia y dos hermanas al monasterio de Boadilla. De esta manera el Perú devolvía con tanto amor le que un día España hizo al mandar a la Madre y que tanto bien estaba haciendo.

SU PERSONALIDAD
Para sus hijas era una gran mujer, un regalo que Dios había mandado al Perú, por eso vieron como Dios la había llenado de dones que no eran solo para ella sino para todas aquellas que la rodeaban. Dejemos que sus hijas nos cuenten como era la Madre pilar, como era su personalidad y que resumieron de una manera extraordinaria en la carta de edificación: “No resulta fácil encerrar en los límites de una carta de edificación un alma tan grande del temple de nuestra amada madre Pilar. Al verla y convivir con ella, siempre hemos pensado que así sería nuestra santa madre Teresa de Jesús; llena de cualidades humanas, de virtudes y de tantas gracias con las que la enriqueció el Señor, entre las que sobresalían su amor y su absoluta confianza en Dios y su Divina Providencia por las que se lanzaba sin miedo a obras grandes.
No se dejaba llevar por respetos humanos. Cuando se trataba de la gloria de Dios y del triunfo de la verdad, nunca le importó quedar mal con la criaturas, así la vimos siempre. Sus fundaciones, iniciadas con escasos recursos y frecuentemente con ninguno, siempre fueron colocadas en el Corazón de Jesús y puestas en manos del tesoro del Carmelo, nuestro padre san José; por eso surgieron y se poblaron de vocaciones, forzándole a abrir nuevos “palomares de la Virgen”.

La duda y el titubeo nunca fueron características suyas. Lo que Dios quería lo ejecutaba siempre y prontamente, costara lo que costase. A pesar de las muchas dificultades, siempre siguió adelante; su amor a Dios y su unión con el Divino Esposo se percibía con evidencia y claridad palpables.

Como buena hija de Teresa y Juan de la Cruz, nos habla de ellos como de seres tan queridos y tan próximos que parecía vivir con ellos; y, a decir verdad, de una manera espiritual vivía con ellos. En los momentos oportunos gustaba repetirnos frases y textos de nuestros santos padres fundadores. En la lectura diaria nos leía sus obras y nos la explicaba muy al detalle, utilizando ejemplos muy prácticos que nos hacían comprender más fácilmente los textos. Deseaba impregnarnos de su espíritu; gozábamos escuchándola.

Nuestra madre Pilar era abnegada y entregada, sincera y confiada, jovial y entusiasta y, al mismo tiempo, profunda, maternal y bondadosa; fuerte y firme, cuando nos exigía la virtud y la entrega incondicional al Señor. Quería a sus monjas maduras y varoniles.

Infundió en nuestra vida carmelitana de intimidad amorosa con Dios, en soledad y retiro, el espíritu de una verdadera vida de familia, de un calor de hogar donde las alegrías y dolores se comparten y donde ella como madre era el lazo de unión con que todas nos estrechábamos como hijas suyas y hermanas verdaderas.

Supo organizar el trabajo de tal manera que lo dejó como sólido fundamento en nuestras comunidades, estimulándonos a mejorar cada día nuestras labores y a vivir de nuestro trabajo, de tal manera que nos permita compartir con los pobres el fruto de nuestras labores.

Le dio el Señor el don de educadora, no se asustaba de nuestros defectos, si veía humildad y deseos de corregirlos; sabía aprovechar lo aprovechable de cada alma, sin exigir más de lo que podía dar. Estaba dotada de una viva y penetrante inteligencia, de voluntad férrea y constante, que se convertían en tenacidad cuando era necesario. Era enérgica y arrolladora, de reciedumbre castellana, hecha de rectitud y sinceridad, y con mucha gracia de Dios; esto lo resume todo. Reconocía sus limitaciones y errores con gran humildad, y cuando los cometía sabía pedir perdón.

El amor a nuestras santas leyes era inmenso, nos las quería imprimir no sólo en la mente sino en el corazón, para que las practicáramos y las conserváramos con amor, como herencia preciosa que nos dejó nuestra santa madre Teresa.

Amó mucho a Jesús, María y a nuestro padre san José, al que nombró padre, señor y mayordomo de sus monasterios”.

De esta hermosa manera sus hijas hablan de madre Pilar. De verdad que fue una mujer que vía sólo para el Señor, que moría para que Cristo se luzca en ella. Con una personalidad auténtica, que no quería otra cosa que imitar a Jesús y a este crucificado.

SU VIDA ESPIRITUAL

Pero todo lo que hasta ahora hemos hablado de madre María Pilar de Jesús, no sería posible sino fuera de su íntima relación con Cristo, de ahí le nació toda la fortaleza necesaria para venir al Perú y dejar todo lo que humanamente le ligaba a su país, para fundar numerosas casas y poder formar a tantas religiosas con una forma de ser tan distinta a ella.

La vida de unión con Dios es algo que el mismo señor Jesús señala como crucial en la vida de todo cristiano y más aún en la vida de un religioso. La sarmientos tienen que estar unidos a la vid para que luego den buenos frutos, así fue madre Pilar una monja unida a Jesucristo, una religiosa que su primer motor fue la oración, donde nacían todas las fuerzas para trabajar por Cristo su Señor, del que estaba totalmente enamorada. Era en el sagrario donde brotaban todas sus inspiraciones y donde toma las decisiones a veces difíciles que tuvo que tomar. La oración siempre precedía al actuar, como Jesús según nos narra el evangelista Lucas que siempre que iba hacer algo pasa toda la noche en oración, ella se ponía a los pies del maestro para no hacer su voluntad sino la de Aquel que la había llamado a servirle en esta vida tan particular de contemplativa y de clausura.

El ideal de madre Pilar era ser Jesús, quería parecerse al Divino Maestro, quería ser la Gloria del Padre, muy bien sabía que un cristiano está llamado a reproducir la imagen de Cristo, porque Él es la medida a la que todo hombre tiene que llegar. Sabía que su misión era que la gente pueda ver a Jesús en su vida, que lo que la gente necesita hoy más que maestros son testigos que nos muestren a Cristo crucificado. Y la mamita se crucifico con el Señor, tuvo siempre unos dolores de cabeza que la acompañarían y que los llevaba con paciencia, tenía muy enfermas sus piernas que le impedían caminar o ponerse de rodillas, pero como andariega de Dios nunca se detuvo, estuvo atenta a lo que el Señor le decía o le anunciaba y como la Virgen María que después de recibir el anunció del ángel Gabriel se puso en camino, ella  se ponía en camino para hacer la voluntad de Dios, frente a la poca salud que muchas veces tenía. Quería ser el lugar donde su maestro encuentra las delicias donde deleitarse, ser el consuelo del corazón herido de Jesús.

La mamita tenía un amor muy grande a la Eucaristía, hasta el final de su vida comulga escribió en sus apuntes: “mi comunión diaria no me resigno a dejarla sin necesidad a no ser por obediencia”, sabía que la Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana. Cuantas palabras hermosas le diría a su Señor, cuanta una hermana que estuvo con ella en Abancay que cuando rezaba parecía que no estaba en el lugar, estaba tan concentrada en la oración que no había cosa que la distrajera. Madre pilar tenía una piedad muy grande a la comunión pero jamás cayó en los rigorismos ni escrúpulos. Tenía mucho amor a la liturgia por eso en sus comunidades se confeccionan ornamentos preciosos que hacen digna las celebraciones.

Amó con una amor filial a la Virgen María, de quien llevaba su hábito, cuenta una hermana que estuvo de novicia en el Cuzco que les inculcaba un amor incondicional a la Madre del Señor. En su recuerdo de toma de hábito regaló a la Virgen Niña, mucha devoción le tenía a la Virgen, a ella se encomendaba para que por su bondad materna sus deseos de santidad se realicen. La virgen como escribirá ella en el año mariano es su Reina y Señora.

Como su madre fundadora tenía una devoción muy grande a san José, a él le encomendó la construcción material y espiritual de sus monasterios. Le escribió una novena circular en su honor que pasa de hermana en hermana cada nueve días y nunca termina. Morirá dos días antes de la fiesta de Papá José en plena novena, en cuantas cosas le ayudó él que ella le tenía una gratitud muy grande.

SUS VIRTUDES

Para madre Pilar la santidad era fe, esperanza y caridad así lo escribió un día de ejercicios espirituales. Estas tres virtudes teologales se las regaló Dios y se le vieron en su vida, fue una mujer de una fe extraordinaria, siempre confiada en Dios, de una fe vivida que se vio en los momentos de enfermedad donde bendecía y aceptaba con amor lo que Dios le había dado, sabía en quien había puesto su confianza; una fe que le llevó hacer todo lo que hizo. Tenía la esperanza puestas en Jesús, tenía la certeza de que le daría la gracia de poderlo ver cara a cara, una esperanza que se mantuvo viva y que la tenía siempre feliz. Dios le dio la virtud de la caridad que le llevó amarlo locamente, y amándolo a Él amó a los hermanos, mucho amor mostró durante su vida, expresó su caridad de forma palpable en su ayuda a los pobres en quien veía la carne de Cristo.

Era humilde, cuando se equivocaba pedía perdón y trataba de remediar lo que había hecho, esa virtud quería ver en sus hijas porque sabía que de esa manera se vence al demonio y al amor propio que no permite que Cristo habite dentro de nosotros de manera plena. Dice una hermana que una vez se equivocó y madre Pilar le corrigió y ella no aceptaba, es una santa costumbre en el Carmelo que si una hermana se ha equivocado pide en señal de humildad perdón besando el suelo, esta hermana le ganaba el amor propio y no quería aceptar lo que decía la madre, entonces la madre Pilar se arrodillo para besar el suelo y la hermana reaccionó, y le impidió a la madre hacerlo, pidiéndole perdón por su comportamiento.

Era misericordiosa y sabía perdonar con prontitud, no era resentida, contaba una de las hermanas que una vez se puso un poco soberbia con ella, no le quiso obedecer y le contestó, ella reflexionó y se acercó a la madre para pedirle perdón y dice que la mamita le dijo: “de que me pide perdón no me acuerdo de nada, pero en fin hija te perdona, adelante”. Era mujer que no guardaba en su corazón ofensas ni desobediencias y solía decir “perdonar es olvidar”.

En los tiempos en los que tuvo que decidir, en la libertad de los hijos de Dios, por cual estilo de vida iba llevar, que constituciones seguiría fue muy incomprendida por muchas comunidades, decían que era la causante de la división del Carmelo en el Perú, muchas de sus hijas le escribieron reclamándole por qué hacía eso, porque se separaba de la orden, se le cerraron las puertas, pero ella no guardo rencor, seguiría teniendo el mismo amor por sus hermanas, la caridad de siempre y jamás se acordó de alguna ofensa que le vinieron a decir. Ella sabía que no se separaba de la orden sino que seguía perteneciendo de la misma manera que siempre lo hizo, que no cambiaba aunque cambien los tiempos y que la puesta al día de la vida religiosa no era un conformarse al mundo sino ser de manera plena luz para el mundo, viviendo del “sólo Dios basta”. Amó mucho a sus padres carmelitas por quienes rezó hasta sus últimos días, pero que por circunstancias de la vida habían tomado caminos diferentes pero que llevaban a la misma dirección: Cristo Señor. Sabía muy que a través de las constituciones lo que se quiere es amar de una manera determinada al Señor y dar la vida por la humanidad porque “estase ardiendo el mundo”. Por eso cuando la santa sede aprobó las dos formas de constituciones sabía que el Papa aprobaba dos formas de amar al Señor, y ella quiso seguirlo amando como su santa madre fundadora lo amó, porque como iba a cambiar una tilde de lo que con tanta luz del cielo santa Teresa les había dejado, porque si fuera así el Carmelo ya no sería el Carmelo que la santa madre había dejado sino una congregación moderna.

Era una mujer alegre, siempre lo irradiaba en su vida, en las recreaciones hacia gozar a las hermanas con sus ocurrencias, sabía que los cristianos viven la alegría de la resurrección en el día a día de sus vidas y eso lo hizo en su convento. Quería monjas alegras convencidas de lo que habían decidido, felices por la vida que Dios les había regalado. Ella fue una mujer graciosa y muy atrevida en el decir no le iba en absoluto el habla remirada y pietista y mucho menos la pedantería, en una carta a una de sus hijas se deja ver este atrevimiento: “confíe, sea humilde y pequeñita, y Él hará, a Él la gloria por los siglos, que nosotros somos una tira de sonsos”.

Tuvo conciencia de su propia miseria, ella sabía que era pobre, que necesita de la ayuda de Dios porque era pecadora y sin su gracia podía traicionarlo, esto lo deja ver en muchos de sus escritos: “Señor y Dios mío, que a mí, pobre criatura con tantas faltas y pecados me habéis escogido para que sea toda vuestra”. Madre Pilar es consciente de su indignidad frente a la elección de Dios por eso siempre tendrá presente su pobreza para no creerse más que sus hermanas y no robarle la Gloria a Dios. Sabiéndose pecadora le pide a María santísima que la ayude a no caer en pecado y en su año santo le escribe: “Virgen Inmaculada, Reina y Señora mía quiero pasar tu año santo sin cometer pecado mortal ni venial pero como soy débil y pecadora te encomiendo mi deseo a tu bondad maternal”.

Era desprendida y generosa, en lo que podía apoyaba a sus comunidades: en una ocasión tratando de compartir con el Carmelo de Lircay escribe: “Hemos metido en esta cajita poca cosa, pero todo nuestro cariño, y lo mejorcito que tenemos, aparte recibirán la imagen de Papá José y el libro”. Y más  adelante escribe: “voy a ver si también las meto un “pajarito”, y es de nuestra pobreza, porque no estamos sobradas, ¡pero qué alegría compartir!”. Sabía ella que más alegría hay en dar que en recibir y que Dios no hace faltar nada a quienes saben dar sin mezquindad.

Tuvo paciencia y capacidad de sufrimiento en muchas adversidades pero sobre todo en la enfermedad, como ya lo hemos mencionado. Ella sabía que su vida, su salud, su enfermedad estaban en las manos del Señor, y que en mejores manos jamás podrían estar.

Tenía la virtud de la enseñanza, que además sabía muy bien era una de la obras de misericordia espirituales. Todas las preocupaciones y dificultades de sus hijas encontraban eco en su corazón, pero no admitía que ello fuera motivo para encontrar consuelo en las criaturas. Procuro formar almas fuertes como su santa madre quería a sus hijas: “mujeres no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes”. Amó mucho las vocaciones y cuando alguna de las religiosas entraba en crisis trataba de ayudarlas, tenía mucha solicitud por defender algo que el Señor había llamado y que el demonio con sus engaños quería destruir; por eso, decía con frecuencia que había que hacer hasta lo último por agotar todos los recursos para salvar una vocación, que siempre se les tenía que tirar una tabla de salvación. Dijo una hermana externa en cierta ocasión: “yo estoy todavía en la vida religiosa gracias a la mamita, cuántas veces le dije que me quería ir, con insistencia le molestaba, pero con su paciencia, discernimiento y firmeza me sacó adelante”. En una carta que escribió a una hermana se deja ver esta solicitud que tanto la caracterizo: “Bueno madrecita mía, ya sabe cuánto he querido ayudarla en toda su vida religiosa, eso no ha fallado nunca ni falla todavía”

El Señor le concedió una inteligencia poca corriente. Sabía salir de las dificultades con ingenuo que dejaba asombrados a quienes la veían actuar; en cierta ocasión cuando no tenía para pintar el monasterio de Yurimaguas, el obispo le dijo que había leche en polvo pasada y que le daba pena votarla, que no era justo, ella que amaba la pobreza pensó que esa leche serviría como material para pintar el monasterio, así que se puso personalmente hacer un preparado con la leche en polvo y otras cosas más y empezó a pintar una pared, al ver que queda muy bien, junto con las hermanas pintó el monasterio.

Tenía una correspondencia muy grande, le llegaban consultas de todas partes que con gran sabiduría respondía, contaba una hermana que una vez que fue a la oficina de la priora vio en la mesa de la madre tal cantidad de cartas que ella dijo: yo, ni en un año podría hacer eso. Pero esto nunca fue motiva para que madre Pilar se descuidara de la vida ordinaria que tenía que llevar en su monasterio, siempre era la primera en dar el ejemplo en todo, en la oración, en el trabajo.

FIDELIDAD A LAS CONSTITUCIONES

La madre María Pilar Jesús, fue una mujer que desde el principio se enamoró del Carmelo, y vio todo lo que la santa madre había pensado para sus hijas tan acabado y tan perfecto que no querrá cambiar nada de lo que ella había dejado, por eso en el tiempo del post concilio, un tiempo donde muchas voces decían de todo, se decidió a leer lo que la santa madre Iglesia jerárquica decía en sus textos oficiales, ella veía que el concilio no mandaba a cambiar las reglas y constituciones o hacerlas nuevas, sino a volver a las fuentes. Mucho tiempo se dedicó a leer y con tanto acierto ayudada por Espíritu Santo, decidió guardar aquello que había profesado “sin mitigación hasta la muerte”.

Un buen número de mujeres lucharon para guarda esto que con tanto acierto del cielo santa Teresa había dejado a sus hijas. Ya santa Maravillas en épocas de Pio XII con mucha audacia había defendido que no reúnan en federaciones los carmelos, ella vivió los tiempos de confusión que se vieron en la Iglesia después del concilio y sus hijas conociendo el pensamiento de esta noble carmelita se lanzaron a defender el tesoro del Carmelo, siempre tratando de no lastimar a nadie. Una de las hijas de madre maravillas que tendría mucha comunicación con madre Pilar sería la sierva de Dios María Josefa del corazón de Jesús, ella que como presidenta de la asociación de santa Teresa era la encargada de hacer llegar a la santa sede el sentir de muchos carmelos respecto a sus constituciones.

Es importante comentar aquí una cosa necesaria, algunos extremistas echan la culpa al concilio de las cosas que sucedieron en la época post conciliar y eso es una lectura errada de la historia de la Iglesia, aquí paso algo más profundo que Benedicto XVI nos puede explicar de una manera preciosa, dejémoslo a él que hable: “Quisiera ahora añadir todavía un tercer punto: Estaba el Concilio de los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era un Concilio de la fe que busca el intellectus, que busca comprenderse y comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por aquella parte que les parecía más conforme con su mundo. Estaban los que buscaban la descentralización de la Iglesia, el poder para los obispos y después, a través de la palabra «Pueblo de Dios», el poder del pueblo, de los laicos. Estaba esta triple cuestión: el poder del Papa, transferido después al poder de los obispos y al poder de todos, soberanía popular. Para ellos, naturalmente, esta era la parte que había que aprobar, que promulgar, que favorecer. Y así también la liturgia: no interesaba la liturgia como acto de la fe, sino como algo en lo que se hacen cosas comprensibles, una actividad de la comunidad, algo profano. Y sabemos que había una tendencia a decir, fundada también históricamente: Lo sagrado es una cosa pagana, eventualmente también del Antiguo Testamento. En el Nuevo vale sólo que Cristo ha muerto fuera: es decir, fuera de las puertas, en el mundo profano. Así pues, sacralidad que ha de acabar, profano también el culto. El culto no es culto, sino un acto del conjunto, de participación común, y una participación como mera actividad. Estas traducciones, banalización de la idea del Concilio, han sido virulentas en la aplicación práctica de la Reforma litúrgica; nacieron en una visión del Concilio fuera de su propia clave, de la fe. Y así también en la cuestión de la Escritura: la Escritura es un libro histórico, que hay que tratar históricamente y nada más, y así sucesivamente.

Sabemos en qué medida este Concilio de los medios de comunicación fue accesible a todos. Así, esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado tantas calamidades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada… y el verdadero Concilio ha tenido dificultad para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza real del Concilio estaba presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la fuerza verdadera que después es también reforma verdadera, verdadera renovación de la Iglesia”.

En estas palabras de Benedicto XVI podemos comprender el porqué de tantas cosas  después de la época conciliar, no fue el concilio sino la mala interpretación del concilio, a muchas lugares llegó no el verdadero concilio sino el concilio virtual, el concilio de los medios de comunicación y a partir de ahí se quisieron hacer reformas de la vida religiosa que no estaban en el espíritu de verdadero concilio. Esta luz le dio el Señor a la mamita para saber cuál era lo correcto a seguir, y se ayudó de los consejos de muchas personas entre ellas las madres de España, que eran dirigidas por eminentes teólogos, obispos y cardenales de la santa madre Iglesia.

Madre Pilar llama en sus cartas a este tiempo en el que se buscaba ver la mejor manera de guardar las santas leyes del Carmelo “los acontecimientos de Ávila”, era una preocupación muy seria para ella, buscaba sobre todo la unidad pero sin perder la identidad, por eso se lamenta que gente de afuera se meta y escribe en una ocasión: “Es lamentable que se metan en esto los seglares. Toda nuestra oración es para que nos unamos. Y que esta unión sea para dar buen ejemplo. Yo encuentro bien el trabajo hecho sobre nuestras constituciones”.

Madre Pilar se encontró con dos religiosas muy santas que le ayudarán con su ejemplo a guardar las reglas y constituciones, estas serían como ya hemos dicho  la madre Maravillas y la madre Josefa. Estas religiosas que amaban locamente aquello que Dios les había puesto como medio de santificación, defenderían con su propia vida aquello que había servido por más de cuatrocientos años y que hoy no podía dejar de servir como medio para amar al Señor. Ellas querían ser fieles a lo que santa Teresa había dejado, no querían poner ni una coma a aquello que con tanta luz del cielo el Señor Inspiró a la santa de Ávila para sus hijas. Vamos a poner algunos textos de ellas para poder ver con qué clase de religiosas madre Pilar trataba, ahí se deja ver la espiritualidad tan profunda y la vida tan santa que desean vivir estas dos religiosas tan queridas por la mamita.

Algunos escritos que hablan del amor y la fidelidad de santa Maravillas de Jesús al Carmelo teresiano: “Yo no dudo que todas lo aceptarán, siendo cosa de nuestro padre, que más que nadie sabe las cosas de la santa madre… Indudablemente, es muchísima mayor austeridad, que pasaremos buen frío, y da devoción que, en estos tiempos de tanta ofensa de Dios, precisamente por buscar los placeres, pida el Señor a sus carmelitas más penitencia”

“Estamos contentísimas, padre nuestro, con nuestra descalcez. Antes era una vergüenza, y es hermosísimo con el entusiasmo que lo han recibido todas nuestras comunidades”

“¡No, padre nuestro, no! ¿Cómo vamos a querer cambiar ni una tilde de lo que nos dejó nuestra santa madre, si ello es todo tan perfecto, si nos va tan bien con ello, si vemos que, si de veras lo siguiéramos, llegaríamos por ese camino muy pronto a la perfección evangélica? Realmente, no cabe más por todos los estilos que lo que ella, con tanta luz del cielo nos dejó”.

“¡Cómo nos ha dejado su carta! Esto será la destrucción de nuestra amadísima e incomparable vida de carmelitas, que tanto costó a nuestra santa madre y a nuestras antiguas conservar. Estamos pidiendo muchísimo y esperando qué nos comunica el delegado”

“Estamos deshechas, como puede figurarse, pues esto ya no será el Carmelo que nuestra santa madre, con inspiración del cielo, fundó y que tanto ayudaba a las almas a santificarse, sino como una congregación moderna”

“Nosotras, padre nuestro, sólo podemos decirle que no queremos cambiar nada de lo que nuestra santa madre nos dejó tan admirablemente dispuesto, procurando mucho, desde luego, la reforma interior, para vivir cada día más nuestra vida de verdaderas carmelitas descalzas, como lo desea y nos lo pide el concilio”

“Cuando iba a contestarles, llega el documento de Roma sobre la clausura, que es la contestación a todas nuestras preguntas y deseos. Nos han concedido poder seguir viviendo nuestras vida como deseábamos, es decir, como nuestra santa madre nos puso, quitando, claro está, algunas cosas accidentales, que la Iglesia ha dispuesto así

“Estamos encantadas con los nuevos estatutos, y, si Dios quiere, todo será igual, por más susto que nos llevamos. No podía el Señor permitir que, en el año del doctorado de nuestra santa madre, la hirieran en lo más sensible de su reforma. ¡Cuánto nos obliga el ser hijas de tan gran santa madre y qué fidelidad en conservar tan precioso tesoro que tenemos!”

“¡Qué bueno ha sido el Señor con sus carmelitas, que, en estos tiempos de tanta confusión, nos ha dejado una doctrina segura y verdadera, para seguir adelante nuestra misión en la Iglesia y en nuestra vida escondida que tan felices nos hace! Estamos muy firmes y unidas en nuestros deseos de conservar lo que nuestra santa madre nos dejó y muy unidas en la oración de unas por las otras, para que lleguemos a ser lo que ella esperaba de sus hijas.”

Dos textos que dejan ver la vida tan santa y tan observante que esperaba la sierva de Dios María Josefa del Corazón de Jesús: “Que sea un día de alegría y de súplica a este madre incomparable que el Señor nos dio, para que nos haga hasta el fondo como ella nos soñó a sus hijas, santas de cuerpo entero, para que nuestra pobre vida se eficaz para llevar a este pobre mundo a Dios”

“El Señor ha permitido que depositen la confianza en estos momentos en tan pobre sujeto, y siento la necesidad no de luchar por mí, que espero lo poco que me quede de vida me dé el Señor su gracia para perseverar en la fidelidad que un día prometí. Pero tenemos que luchar por toda esta juventud fervorosa y ardiente que viene buscando una exigencia evangélica, que para eso dejaron todo lo de placer y bienestar que podían tener en el mundo. Sería criminal defraudarlas con medianías”.

Con este tipo de religiosas trató la mamita, mujeres enamoradas de su vida religiosa, que no cedían a las tentaciones del momento, sino que yendo en contra corriente con el mundo hodierno que ofrece consumismo y comodidad, siguieron con puntualidad el pedido de los padres conciliares que pedían a los religiosos en la Perfectae Caritatis “asidua oración y generosa penitencia” y no mezquina penitencia. Así como ellas la madre Pilar huyo de la vida fácil y consumista, así como de todo tipo de mundanidad espiritual, por eso, en sus carmelos escapaba de toda conversación mundana o cualquier tipo de palabrería ociosa, que hacia posible que entren las nuevas corrientes espirituales que alejaban a los religiosos de lo esencia, de su vida metida en el corazón de Dios, ella vivió en sus monasterios esa frase que dice: “Hermano o hablar de Dios o no hablar porque en la casa de Teresa esa ciencia se profesa”.

La madre Pilar esperó con ansias el regalo de Dios de las constituciones, que Juan Pablo II aprobó para un grupo de carmelitas el 8 de diciembre de 1990, ella escribía en una carta enviada a España: “Espero que llegue pronto lo definitivo y nos pongamos pronto a guardarlo todo con amor”. Luchó para que todas sus hijas no sean mezquinas en su vida religiosa, y sean fieles a santa Teresa que antes de morir dijo a sus hijas, en el conocido testamento espiritual: “Hijas mías y señoras mías por amor de Dios las pido tengan gran cuenta con la guarda de las reglas y constituciones, que si las guardan con la puntualidad que deben, no es menester otro milagro para canonizarlas”, este testamento lo llevó en su corazón y como buena hija lo quiso observar hasta su muerte.

EL TIEMPO DE ENFERMEDAD Y SU MUERTE

Estando todavía en Abancay se puso mal, fue al Cuzco y allí, los médicos no estaban de acuerdo con el diagnóstico, para unos se trataba de neumonía, para otros de pleuresía. Una noche sufrió una tremenda taquicardia, parecía que iba a morir, ella dijo serenamente: “creo que ha llegado la hora, estoy tranquila aunque fuera del convento, si esa es la voluntad de Dios”, le dieron la santa unción de los enfermos, estuvo en cuidados intensivos y cuando mejoró, la llevaron a Lima. El médico le dijo: “Usted tiene la vida comprada, porque nadie se salva de un trombo al pulmón y al corazón, y usted se ha librado”, le recetó sus medicamentos y sanó.

El año 1983 estando ya en Yurimaguas se puso mal, y fue a Lima, allí le diagnosticaron un quiste, la operaron y le dijeron que el quiste era maligno, la mandaron que tomase treinta días de baño de cobalto. La madre estaba preocupada porque había dejado en Yurimaguas monjitas jóvenes; tenía fe que Dios le curaría y soportó con gran fortaleza los treinta días de baño de cobalto, y aunque todos le aconsejaban dejar Yurimaguas por el clima y regresar a Abancay, ella dijo: “ni pensarlo, están empezando religiosas muy jóvenes y tengo que estar con ellas”; se regresó y estuvo allí nueve años, haciendo vida normal de carmelita con todas sus exigencias.

Ya en Chiclayo en 1995 volvió a sentirse mal, sus hijas le rogaron que vaya al médico y ella aceptó; vieron que tenía un tumor y había que extirparlo. La llevaron a Lima al hospital de neoplásicas, no pudieron operarla porque ya estaba ramificado; los médicos confesaron su impotencia ante tal metástasis, ella recibió la noticia con un “bendito sea Dios, si así lo quiere está bien”. No perdió nunca la serenidad y la alegría de siempre, los médicos y las enfermeras quedaron edificados.

Le pronosticaron ocho meses de vida, regresó a su convento el 8 de Octubre de 1995, contenta, alegre y animando a todas; a su llegada cataron el “Te Deum”, y comenzó su vida normal asistiendo a todo, participando en todo, haciendo olvidar a sus hijas que estaba enferma.

El día 2 de febrero de 1996 recibió el sacramento de la unción de los enfermos en el comulgatorio, quería estar prepara para su encuentro con el Señor, quiso recibirlo en un día de fiesta, las monjitas sufrían pero ella les levantaba el ánimo; a los ocho meses comenzó a debilitarse, le costaba caminar. En silla de ruedas asistía a todos los actos de la comunidad, ni un solo día dejó de asistir a la Santa Misa. Los dolores se le fueron intensificando, pasó la cuaresma de 1996 entre intensos dolores; desde su silla de ruedas presidió los oficios, el jueves santo quiso servir en el refectorio como es costumbre entre las carmelitas, haciendo un esfuerzo sobrehumano lavó los pies a las religiosas, y se sintió muy feliz de hacerlo porque decía que era la última vez. El viernes y sábado santo asistió a todos los oficios; el día de pascua las religiosas fueron a felicitarle a la puerta de su celda, dicen que fue sorprendente verla cómo cantaba el “ALELUYA”.

En cuanto cesaban los intensos dolores, reanudaba su tarea de hacer rosarios, su correspondencia y demás trabajos; incluso pintó un cuadro y escribió la crónica de San Jerónimo en la computadora. En los días de fiesta parecía que el Señor la reconfortaba con un descanso en sus dolores, en la navidad de 1996 escribió y encuadernó con mucha ilusión y alegría el librito de cantos navideños para todas las hermanas. La noche buena participó en la Eucaristía con gran fervor, después de la jornadilla estuvo con las hermanas hasta las dos de la mañana.

Luego ya no pudo ir al coro porque no podía estar sentada; participó de la Santa Misa con un audio que colocaron en su celda; la madre supriora le llevaba la comunión a diario. El día 9 de enero recibió de nuevo la unción de los enfermos estando ya en cama, el 10 le dio una taquicardia paroxística, vino el cardiólogo a ponerle una inyección y le dijo: “con esto reacciona el corazón o sé para del todo”. Reaccionó muy bien. Ya en el recreo comentó: “a estas horas ya hubiera estado en el cielo ¡Qué fácil y bonito es morir con el corazón! ¿Qué será morir de dolor?, pero lo que Dios quiera, estoy entregada para lo que Él quiera”.

Cuando sus hijas de los diferentes monasterios le escribían manifestándole su dolor les contestaba siempre animándolas; les escribía con una serenidad y una paz impresionantes; les decía: “¿Mi salud? ¿Mi enfermedad?... ¡adelante! No lo dudo, pero Dios la lleva en sus manos y no hace más que lo que tiene que hacer, y siempre, siempre lo hace bien ¿Por qué inquietarnos? Vamos seguras en sus manos. Pidan para que yo y todas realicemos sus designios con toda exactitud y Él pueda glorificarse en nosotras. Lo demás qué nos importa, por eso, tranquilas. Si vivimos; vivimos para el Señor y si morimos; morimos para el Señor; porque en vida o muerte somos del Señor ¿Mejor suerte? ¡Imposible! ¡Aleluya! Pidan para que este ánimo crezca y esta fe se aumente en mí y en todas mis hijas hasta el último aliento. Con esto no necesitamos más”. 

Necesitaba suero y no podían ponerle, porque se le reventaban las venas. Llegó el 7 febrero, cumplió los ochenta años, ese día no tuvo casi dolores, disfrutó de la fiesta que le hicieron sus monjitas. Llamaba la atención que, con tantos y tan fuertes analgésicos, su mente siempre estaba lúcida, su ansia de rezar el oficio divino era tan grande que no dejó de rezarlo ni un día, cada una y todas las horas canónicas hasta el 8 de marzo en que ya no pudo sostener el breviario en sus manos.

El 28 de febrero se agravó. Llamaron al padre capellán y al médico. Estaba muy deshidratada. El médico intento ponerle un abbocet pero no pudo. El 3 de marzo le pusieron catéter, después de hacerle sufrir mucho lograron ponerle el suero y toda la medicación.
El día 5 de marzo se puso bien, se juntaron las religiosas a su alrededor, empezó a hablarles de su muerte y del cielo con una gran paz y tanta alegría que todas quedaron entusiasmadas, les dijo: “manténganse siempre unidas, abandónense en las manos del Señor, no estén tristes, desde el cielo haré más por vuestras caridades, sean muy fieles al Señor, Él es demasiado bueno”; y cada hermana iba pidiendo lo que necesitaba para ser mejor.

Esa noche solicitó el viático para que todo estuviera ya preparado. Al día siguiente el padre Agapito Muñoz celebró la Santa Misa en la habitación de la madre, y allí renovó las promesas del bautismo y contestó a todo con fervor, también recibió la indulgencia plenaria con la bendición papal. Cuando salió la comunidad dijo: “Gracias Dios mío, ya todo está listo, completo”, y se sintió feliz. Comulgó hasta el último día. El padre Agapito, capellán del monasterio, le llevaba con mucha caridad la comunión a diario; aunque la madre ya no podía hablar, escuchaba y hacia señas de que comprendía lo que le decía. Miraba fijamente el crucifijo y lo besaba con mucho fervor.

El 15 de marzo Monseñor Ignacio, obispo de Chiclayo, entró a la clausura y le dio la bendición del camino y oró en silencio junto a ella.

El 17 de marzo al amanecer le había subido la fiebre y respiraba con dificultad, a las 10:00 a.m entraron Monseñor Jesús Moliné, preconizado obispo coadjutor de Chiclayo, y el padre Hilarión Rubio, ambos le dieron la absolución y la bendición. Se reunió toda la comunidad, rezaron la recomendación del alma, se entonó la salve y al terminar expiró, eran las 11:13 a.m. Su rostro quedo lleno de tanta paz, que daba devoción el mirarla; la amortajaron y la pusieron en una hermosa caja blanca que le obsequiaron. Las hermanas jóvenes la pusieron en sus hombros y todas la llevaron al coro cantando “al cielo, al cielo yo iré”.

En la reja del coro estaban esperando todas las amistades y los familiares llorando. Luego empezaron las misas, los sacerdotes que tanto la querían, en cuanto se enteraron vinieron a celebrar. Al día siguiente, lo mismo; a las 4:00 p.m. concelebraron dos padres carmelitas que vinieron de Trujillo. El funeral estaba programado para las 5:00 p.m., pero fue más tarde por el retraso del avión en el que viajaba Monseñor Irizar y una sobrina de la madre que venía desde España; en cuanto llegó Monseñor, celebró la Santa Misa e hizo el funeral, las hermanas la llevaron en los hombros turnándose, cantando y rezando a hasta cementerio del monasterio.

FRUTOS DE LA OBRA EVANGELIZADORA DE MADRE PILAR

“No estén tristes, desde el cielo haré más por vuestras caridades”, estas palabras proféticas de madre Pilar se han cumplido a lo largo de todo este tiempo desde que ella partió al cielo, donde está con Aquel a quien tanto amó aquí en la tierra. Cuando madre Pilar estaba enferma y a punto de morir le hicieron pedido de algunas fundaciones, el arzobispo de Piura para Piura y el de Chachapoyas para Chachapoyas, fundaciones que no pudo realizar; la misma fundación del Callao que hemos nombrado más arriba ya no la pudieron ver sus ojos, pero estamos seguros que desde el cielo ayudó con una manito en esta obra que al morir llevó en su corazón.

Aparte de la fundación del Callao, siete monasterios más han fundado sus hijas en algunas partes del Perú y en el extranjero, y dos están por hacerse en este V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús y pronto a cumplir los 25 años de la aprobación de las constituciones que el Papa Juan Pablo II aprobó y que estos monasterios profesan. Así tenemos que:

Las madres carmelitas descalzas del monasterio Nuestra Señora de la Paz y san José de Chiclayo, donde reposan los restos de madre Pilar, han fundado el monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y san José en Pimentel - Chiclayo y el monasterio de la Inmaculada y San José en Iquitos.

Las madres carmelitas descalzas del monasterio de santa Teresita del Niño Jesús de Lircay han fundado el monasterio de san José y santa Teresa de Jesús y Manchay - Lima y el monasterio de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús en Nápoles – Italia.

Las madres carmelitas descalzas del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y san José  de Pimentel han fundado el monasterio de san José de Tacna.

Las madres carmelitas descalzas del monasterio de la Virgen del Carmen de San Jerónimo han fundado el monasterio de la Divina Misericordia y san José en Cumbres Mayores – España.

Las madres carmelitas descalzas del monasterio de san José de Abancay están en plenas fundaciones de un nuevo Carmelo en el vicariato apostólico de Jaén y las madres carmelitas descalzas del monasterio de la Sagrada Familia del Callao están planes de fundar un nuevo Carmelo en la diócesis de Chachapoyas.

Además muchas religiosas de los diversos monasterios están yendo a apoyar a los diversos carmelos de España, que tienen poco personal y que están a punto de cerrar. Así podemos decir que la aventura que Dios emprendió por medio de madre Pilar hoy sigue en pie dando muchos frutos para la mayor Gloria de Dios, la santificación de los sacerdotes y la salvación de las almas.

La mamita desde el cielo sigue ayudando a sus hijas tratando de cumplir con la promesa que hizo antes de morir, de hacer desde el cielo más por ellas, ella la incansable hija de la santa andariega de Andalucía sigue acompañando a sus hijas en este obra de evangelización, en este servicio de hacer presente al mundo cual es lo más importante. Seguros de que madre Pilar por su vida de amor y servicio ha sido premiada por Dios por ser una servidora buena y fiel, le pedimos que siga ayudando a este Perú que aprendió a amar y a todas sus hijas para que sean fieles hijas de Teresa de Jesús y defiendan aquello que han profesado sin mitigación hasta la muerte.  

EPILOGO

"Yo no conocí, ni vi, a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra—escribiría años después la egregia pluma de fray Luis de León—, más agora, que vive en el cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros..." Cuatro siglos más tarde, sin perder un ápice de su vigencia, muy bien podemos hacer nuestras las palabras del insigne agustino.

Madre María Pilar de Jesús, era una de esas hijas que como un espejo dejaba ver en su vida y obra a la santa fundadora del Carmelo, una hija muy fiel que jamás quiso poner o quitar algo de lo que su santa fundadora les había dejado y que con su vida mostró el modelo perfecto de un carmelita.

“La andariega de los andes peruanas”, así podríamos llamar a la madre Pilar por todos los ajetreos que tuvo en su vida carmelitana sobre todo el tiempo de las fundaciones que la hacían ir de un lado a otro. Que enamorada esta de Dios y de su vocación por eso nunca busco ser entendida al contrario sabía que aunque el mundo no entiende a las monjas de clausura las necesita, necesita de la oración y el sacrificio de una carmelita que sostiene la vida de los cristianos; tampoco trato de acomodar su vida religiosa a la mentalidad de este mundo porque con san Pablo sabía que si lo hacía desvirtuaba la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Sobre esto coincidió tanto con el Papa Pablo VI que dirigiéndose a los cistercienses en 1968, afirmaba: “Vuestro testimonio es cierto, no todos lo perciben porque la vida contemplativa se acerca tanto al misterio de Dios, que el mundo no lo entiende, no hagáis por tanto esfuerzos para ser de alguna manera comprendidos por los hombres, porque esto tal vez os conducirá a pérdidas deplorables, sed lo que sois, y Dios cuidará de que la luz brilla ante los hombres”.

Las hijas espirituales de la Madre María Pilar continúan hoy el camino de santificación que ella les enseñó diariamente durante los 43 años que vivió en el Perú. Todas ellas saben que es un modelo acabado de carmelita descalza, entregada dócilmente a la voluntad del Padre. Seguir sus huellas conduce a puerto seguro. Primordial en la vida de la vida de la Madre Pilar fue el empeño que puso siempre en defender firmemente el legado de Santa Teresa de Jesús, –que ella tan bien conoció y vivió– pues sabía de los peligros que podía haber al intentar “adaptarlo” o “modernizarlo”. Siempre tuvo muy presente lo que escribió la Santa en “Las Fundaciones” (Cap. 29, 32): “Miren que por muy pequeñas cosas va el demonio barrenando agujeros por donde entren las muy grandes. No les acaezca decir “En esto no va nada, que son extremos”. ¡Oh hijas mías, que en todo va mucho, como no sea ir adelante”.


"No es fácil ser cristianos. Hace falta valentía y tenacidad para no conformarse a la mentalidad del mundo, para no dejarse seducir por los señuelos a veces poderosos del consumismo, para afrontar, si fuera necesario, incluso incomprensiones y a veces hasta verdaderas persecuciones". La vida de la mamita es un testimonio no sólo para las carmelitas sino para cualquier cristiano, por eso al ver su vida y todo el bien que Dios ha hecho por medio de la madre Pilar, consideramos que no es justo que su vida no sea conocida, o peor aún que su recuerdo llegara a extinguirse; es necesario que ya no pertenezca sólo a la clausura de sus hermanas sino que sea conocida en toda la Iglesia y este es el motivo por el que he escrito las maravillas que Dios ha hecho en su vida.

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